sábado, 9 de enero de 2010

CONSEJOS PRACTICOS PARA REGALOS FLORALES

- Con la excepción de las composiciones hechas a base de flores secas, las flores que se regalan serán siempre naturales, frescas y lozanas.

- No importa el tamaño del ramo, pero si el gusto con el que esté compuesto. Si se llevan personalmente, son preferibles los ramos pequeños

- Este es un regalo clásico en el caso de los nacimientos. Se enviarán con frecuencia a la clínica donde se produjo el parto, pero es más fino remitirlas al domicilio de la nueva madre.

- Las flores son también un buen obsequio para chicas jóvenes, a partir de la adolescencia, que las recibirán con entusiasmo porque les hará sentirse mayores e importantes. Los colores suaves son los más apropiados para estas ocasiones, al igual que para las personas de edad.

- Salvo excepciones, no es conveniente obsequiar con flores a personas que vivan en el campo, ya que será muy probable que tengan en abundancia en su jardín.

- Si el destinatario del regalo tiene especial debilidad por las flores, esmérese en la elección y procure conocer sus preferencias sobre especies concretas. Anote estos datos y téngalos en cuenta a la hora de futuros obsequios.

- En vez de flores, también se pueden regalar plantas. En este caso, acompáñelas con una tarjeta, que le proporcionarán en el establecimiento donde las adquiera, con el nombre, las principales características y los cuidados elementales que requiere el ejemplar. Este deberá estar en su mejor momento aunque se trate de una floración forzada de invernadero.

El lenguaje de las flores


Aunque puede variar de una cultura a otra, en el mundo occidental existen unas constantes, sobre todo en cuanto se refiere al color. Así el blanco simboliza el agua, la inocencia, la pureza, la ingenuidad y la alegría; el rojo representación del fuego, se traduce por pasión, potencia, y ambición; el verde es el color de la esperanza, la juventud y el éxito, mientras que el azul evoca el aire y por extensión la calidez, el amor puro y platónico y la comunicación espiritual; el amarillo es el color del oro, y significa triunfo y riqueza, aunque también ambición e infidelidad.
El lenguaje de las flores estuvo muy de moda en la época del romanticismo y, pese a que ahora ya nadie se fija en ello, su simbología pervive en muchas de nuestras costumbres. De ahí el ramo blanco y de azahar de una novia, las margaritas o las rosas rojas que se intercambian los enamorados o los cipreses que se plantan en un camposanto. Ahora y siempre ofrecer una flor es, por encima de todo un signo de paz y amistad.

EL LENGUAJE DE LAS FLORES

Es un detalle de gran estilo regalar flores con cierta frecuencia. El ramo se acompañará con una tarjeta en la que escribiremos, a mano, una breve, cariñosa y sencilla nota.

Las flores nunca pasan de moda y utilizarlas como obsequio es un gesto de buen tono, aplicable a las más variadas circunstancias. Se pueden regalar flores para agradecer una invitación, expresar gratitud por un favor, para una felicitación, etc. Y siempre serán oportunas.

Aunque antes se regalaban flores solo a las mujeres, hoy en día se acepta que también pueda destinarse este obsequio a hombres. De todos modos es mejor no hacerlo con caballeros de elevada edad o de espíritu clásico; es posible que no les agrade este tipo de presente.

Se suelen entregar personalmente las flores en casos de gran confianza. En los demás supuestos, resulta preferible enviarlas desde la tienda, acompañadas de una tarjeta. Se enviarán algunas veces a mucha distancia, a través de un servicio internacional especializado en esta misión. Dado su carácter perecedero, es conveniente asegurarse antes de que la persona a la que vamos a enviar unas flores se encuentre en su domicilio y no esté por ejemplo, disfrutando de unas vacaciones en otro lugar. Las flores que agradecen una invitación se enviarán al día siguiente, no más tarde.

Quien recibe un obsequio floral lo agradecerá, por teléfono o mediante una tarjeta. Si recibimos las flores en nuestra casa, hemos de colocarlas de inmediato en un jarrón con agua.

REGALOS DE EMPRESA

El regalo es un medio idóneo para añadir un toque agradable a las relaciones de negocio, evitando que la fuerza de la costumbre los convierta en rutina y buscando motivos personales para entregarlos, las empresas pueden lograr reacciones favorables en sus clientes y proveedores a través del recurso a los regalos. El auge de esta clase de obsequios es tan notable que han proliferado casas comerciales especializadas en “regalos de empresa”, que, además de ofrecer amplios catálogos con objetos y productos de todo tipo, incluso diseñan y graban determinados artículos con los símbolos identificativos del cliente.

Una diferencia fundamental los separa de los regalos privados a un nivel u otro, los de empresa son en cierta forma interesados, con independencia de que al mismo tiempo, sean detalles delicados. Precisamente el mayor problema de esta clase de regalos es que puedan ser interpretados como un intento de condicionar la voluntad de quien los recibe. Por dicha razón. Es preferible recurrir a objetos de escaso valor económico, sobre todo si se entregan a personas con quienes se esté negociando una operación comercial.

Cuándo se hacen

Las empresas pueden hacer regalos al menos en las siguientes situaciones:

- Cuando se celebran acontecimientos o fiestas generales, por ejemplo navidad, o conmemoraciones importantes en el ámbito de la propia empresa, como la inauguración de una nueva sede, la presentación de un producto, una convención o congreso, etc.

- Cuando uno de los empleados o clientes celebra una efeméride personal, cumpleaños, boda… las empresas preocupadas por su imagen y que saben cuidar las relaciones con clientes y empleados, tiene un fichero o agenda con este tipo de datos, lo que les permite tener un recordatorio en esas fechas e incluso personalizar sus regalos.

Algunas veces el regalo constituye un medio para demostrar gratitud a quien nos ha ayudado en el desarrollo de un trabajo, un viaje o una situación profesional de cualquier tipo. Sería el caso de un obsequio hecho para remunerar unas horas extraordinarias no pagadas de otro modo 8recuerde que, de todos modos, el mejor obsequio para un empleado es una gratificación) si se trata de agradecer un trabajo o un esfuerzo especial de un equipo, y que no justifique una gratificación individual a cada uno, el obsequio puede consistir en una invitación a comer en un buen restaurante.

Los regalos a superiores jerárquicos están proscritos, salvo en casos de ascensos, jubilaciones y homenajes, y aun en estas circunstancias conviene que el obsequio sea de todos los empleados.

Cuando una empresa comete un error o mal trato con un cliente, puede intentar recuperar su confianza con un regalo. Si el servicio ya fue pagado, procede efectuar un abono para devolver el pago realizado, pero a veces esto no basta y resulta necesario paliar la mala imagen creada con un obsequio de desagravio.

Pero la situación más típica para hacer regalos se da cuando simplemente se quiere conservar y mejorar las relaciones de la compañía con el destinatario del detalle. En este caso no existe un motivo concreto para realizar el regalo. La razón de hacerlos se mide a largo plazo, y no es otra que el deseo de que los contactos con el cliente se mantengan y cultiven aun más. Son un ejemplo típico de los obsequios que, con motivo de la Navidad o a fin de año, envían algunas empresas a sus mejores clientes. En las cestas navideñas es preferible (pocos artículos y buenos) que la cantidad (muchos y mediocres); las cestas han de entregarse antes de la Nochebuena

Qué se regala

En el ámbito de los regalos de empresa se ha abusado mucho de cierta clase de objetos, lo que hace muy importante insistir en la búsqueda de originalidad.

En ocasiones puede resultar correcto obsequiar con productos fabricados por la propia compañía, o relacionados con el sector en el que opera, sus servicios o el lugar geográfico donde tenga si sede. Pero un regalo de empresa nunca será un objeto o prenda personal ni tampoco una cantidad de dinero (salvo en los premios a empleados). Si el articulo grabado con la identificación de la compañía y específicamente si el logotipo es llamativo, su categoría es muy inferior a otro sin grabar, pues el primero es en realidad un soporte publicitario.

En el ámbito empresarial son frecuentes los contactos con personas de otros países, por lo que, si el obsequio se destina a un extranjero, habrá de prestarse especial atención a las costumbres y prácticas de su nación, para que el regalo no resulte ofensivo. A este respecto las bebidas alcohólicas son una opción peligrosa

Si la empresa recibe a un invitado de otra ciudad, el primer detalle de la anfitriona será un sencillo obsequio de bienvenida, que se dejara en el hotel donde se aloja la visita, con una nota de saludo. Puede ser unos bombones, unas flores, etc. Incluso una buena guía de la ciudad o de la región.

Cómo se entregan

Los regalos de empresa se entregaran de una manera discreta, acompañados de una tarjeta de la compañía o de sus directivos. Al tratarse de un detalle eminentemente formal, hay que cuidar mucho su presentación y envoltorio, escribiendo a mano una frase en la tarjeta y el nombre del destinatario en el sobre.

Es mejor enviar el obsequio al domicilio particular de la persona, y sólo cuando esto no sea posible se entregarán en el lugar de trabajo. Si es usted el jefe de un departamento y recibe un obsequio de un cliente, siempre que le sea posible, compártalo con sus empleados.

Al igual que en los regalos particulares, si están presentes quien lo entregan y quien lo recibe, este último ha de abrir el paquete en presencia del primero. Y también como en aquel ámbito, todos los regalos deben agradecerse, bien de manera personal o a través de una nota manuscrita.

EL REGALO COMO EXPRESIÓN DE GRATITUD

Algunas veces se desea hacer un regalo a alguien que nos ha prestado un servicio profesional, bien porque, dada su relación u otra circunstancia, no ha querido cobrar su trabajo, o bien porque se considera que la atención recibida ha ido más allá de lo que se puede incluir en la minuta. Esta diferencia orientará acerca de precio del regalo, aunque tampoco se trata de efectuar un pago indirecto mediante el obsequio.

En estos casos resulta muy importante acertar con los gustos de la persona a quien se obsequia. El regalo se enviará pasado un tiempo prudencial tras la terminación del trabajo, o con ocasión de alguna efeméride personal o una festividad general. Si se trata de un profesional muy reconocido, evite limitarse a un regalo tópico o socorrido, pues es probable que ya tenga una verdadera colección con las repeticiones.

LA CONDUCTA DE QUÍEN LO RECIBE

Siempre hay que agradecer los regalos, ya sea personalmente, por teléfono, o por escrito (en este último caso, lo mejor es utilizar una tarjeta). Recibir un regalo con elegancia obliga a expresar gratitud por el detalle, abrirlo en presencia de quien lo entrega y reiterar las gracias al verlo.

Si le regalan unos dulces, lo más oportuno es abrirlos en el mismo momento y ofrecerlos a todos los presentes. Si ha recibido regalos de varias personas, debe agradecerlos por igual, sin destacar el más caro o el que más le haya gustado, sobre todo si están presentes quienes le hicieron obsequios más modestos. Aunque el regalo le decepciones, no deje escapar el menor gesto de desilusión.

Quien regala procurará guardar la factura o el ticket de compra, por su fuese necesario cambiar el objeto. Pero esto sucederá en muy contadas ocasiones, pues quien recibe el obsequio, salvo causas excepcionales, no lo cambiará. Sí, por ejemplo, es un objeto personal y no desea usarlo, simplemente guárdelo.

CÓMO PRESENTARLO Y ENTREGARLO

En los regalos, las formas tiene una gran importancia, y su manifestación más externa es el propio envoltorio, que ha de cuidarse con la mayor atención. El objeto más delicado del mundo pierde su atractivo si se presenta incorrectamente. Hacerlo bien implica elegancia e imaginación, conceptos que, por supuesto, son distintos a los de ostentación o extravagancia.

Quien entrega un regalo debe hacerlo con discreción, sin dar excesiva importancia y sin halagarlo. Y, desde luego, sin hacer mención a su precio. Si el regalo exige algún tipo de explicación, ha de ofrecerse pronto, antes de que quien lo reciba se sienta incomodo al no saber que es lo que significa el obsequio.

LA ELECCÍÓN DEL REGALO

Una buena técnica consiste en plantearse, al adquirir el regalo, tres preguntas: ¿le gustará?, ¿puede usarlo?, ¿lo necesita? La respuesta a la primera cuestión ha de ser afirmativa, y lo ideal sería que lo fuese también a las otras dos.

Es importante ser creativo y no conformarse con seguir patrones establecidos y recurrir a los regalos tópicos. Seleccionar un obsequio exige tiempo y dedicación, lo que siempre acabara notándose y, en consecuencia, siendo agradecido. Como compensación a esa búsqueda, el obsequio será sin duda, mejor e incluso puede resultar más barato que otro comprado con precipitación.

Salvo los muy materialistas, que juzgaran el regalo por su pecio, la mayoría de sus receptores verán en él algo de nuestra personalidad, y en cierto modo, una medida del aprecio que les profesamos. El regalo representa a quien lo hace y por ello debe ser elegido con sumo cuidado. Un embajador jamás ha de trasmitir un mensaje equivocado.

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que un regalo es un presente en singular, es decir, que puede estar formado por varias piezas de un conjunto pero nunca debe componerse de varios objetos independientes que carecerán de relación, como si se hubiera estado sumando hasta completar el precio que habíamos presupuestado gastar.

Uno de los puntos clave es saber medir la relación que nos une con el destinatario del obsequio. El regalo puede ser más o menos personal o impersonal, en función del vínculo que medie entre quien da y quien recibe. Siempre que no exista una cierta intimidad, es mejor que sea bastante impersonal. De hecho, obsequios como prendas de ropa y perfumes u objetos de tocador, por ejemplo, solo proceden con familiar4es o allegados; los regalos de empresa, en el otro extremo, han de ser muy asépticos. Los objetos entre personas no muy próximas no deben ser excesivamente caros, quedando los que son costosos reservados paras las personas con las que tengamos una relación más profunda y duradera.

Una caso aparte lo cosntituyen las joyas, que solo deben obsequiarse a personas con quienes tengamos una relación intima.

Seamos discretos a la hora de hacer regalos. No hay que poner en una situación molesta o comprometida a quien los recibe. Es fácil herir a alguien de economía humilde si le regalamos algo de mucho valor económico, pues podría entenderse que evidenciamos nuestra superioridad sobre él, haciéndole además muy difícil corresponder.

Cuándo regalar

El mejor regalo es el que no está en función de ninguna celebración o efeméride, ya que no hay presente más agradecido que el que no se espera. Ahora bien, procure que todas las celebraciones personales importantes de sus allegados cuenten, con al menos, un pequeño detalle suyo.

Otra ocasión idónea para regalar la constituyen los viajes, que puede aprovechar para comprar algún producto u objeto típico del lugar visitado, demostrando así al destinatario del obsequio que incluso estando lejos nos hemos acordado de él

Los regalos de dinero

Son los más delicados de entregar, y muchas personas no los consideran de buen gusto. De hecho, están reservados para circunstancias muy concretas y excepcionales. Regalar dinero no demuestra un alto grado de imaginación pero a veces puede resolver con rapidez y sinceridad un compromiso.

De optar por ello, hay que tener tacto suficiente para evitar que ese obsequio se interprete como una limosna. Por lo pronto, se entregará en un sobre y acompañado de un detalle fino, como una caja de bombones o unas flores. Los billetes serán nuevos y la cantidad total se entregará en el menor número posible de billetes (del mayor valor facial). En ningún caso se sacarán de la cartera en el momento de entregarlos.

Los regalos a niños

El consejo de presentaros de manera vistosa y agradable es en esta circunstancia aun más importante, ya que el envoltorio y su colorido es para los pequeños una parte principal del obsequio que reciben. Pese a su edad, los niños no están exentos de la obligación de agradecer los regalos, y sólo lo harán si han sido educados para ello. Habitualmente son más sinceros que las personas mayores en estos casos, por lo que darán a entender de forma muy directa si les ha gustado o no lo que reciben. Sólo esto debería bastar para que quien vaya a obsequiar a un niño, busque con el mayor interés el regalo. Un consejo: no les regale armas, juguetes bélicos o cosas que inciten a la violencia.

Lo que no se debe regalar

No se regalan animales, salvo que exista mucha confianza y nos los hayan pedido expresamente. Tener una animal implica una mayor responsabilidad que debe ser asumida de manera voluntaria.

Además de inadecuado, es peligroso obsequiar objetos que previamente nos hayan reglado a nosotros. Tenga en cuenta que el circulo puede seguir y es posible que el regalo acabe alguna día en el primer sujeto.

También son incorrectos los regalos en broma, que pueden causar sorpresas desagradables, incluso a quienes los ofrecen si provocan, como a veces sucede, una mala reacción en le persona que los recibe.

EL ARTE DE REGALAR

Saber hacer regalos es todo un arte para el que se requiere, además de un espíritu altruista y generoso, intuición y sensibilidad. Ciertamente resulta difícil establecer normas en un terreno subjetivo como este, en el que inciden circunstancias tan personales como la relación que une al que ofrece el regalo con quien lo recibe, o los gustos particulares de este último.

Sin embargo, existen unas pautas generales que nos pueden ayudar a lograr un efecto más favorable en la persona a quien se dirige el obsequio. La principal recomendación es la de esforzarse en descubrir sus gustos de un modo discreto e indirecto, aprovechando o provocando conversaciones casuales. Un buen observador lo hará con cierta facilidad. El objetivo es averiguar las preferencias del destinatario de nuestro obsequio, saber qué es lo que le causaría una mayor ilusión, sin preguntárselo abiertamente y sin revelar nuestras intenciones. Sólo con eso le habremos demostrado, cuando reciba el presente, que nos ha preocupado su satisfacción y que hemos intentado contentarle, en ello radica una de las más apreciadas virtudes del regalo. Las personas que tiene una afición determinada (la música, la jardinería, etc.) nos lo ponen más fácil.

lunes, 4 de enero de 2010

CÓMO RECIBIR EN CASA

Una costumbre durante algún tiempo olvidada y que últimamente experimenta una notable recuperación es la de “recibir en casa”, pero no ya con los rituales de aquellas visitas de cumplido que se hacían a principios de siglo, sino con la finalidad de estrechar lazos de amistad entre anfitriones e invitados

LOS MANDAMIENTOS DE UN BUEN ANFITRIÓN

Se constata que las fechas multitudinarias y ruidosas han perdido adeptos frente a la opción, considerada por muchos como más placentera, de tomar una copa o cenar en el confortable comedor de la casa de unos amigos. En un ambiente relajado y con la sensación de privacidad que cualquier domicilio particular produce, se desgranan con fluidez largas conversaciones, incluso confidencias, que en otros ámbitos serían difíciles de conseguir. Veremos en este capítulo, por tanto, distintas formulas que pueden servir de guía para salvar con éxito la prueba de “tener invitados en casa”

LOS NIÑOS

No imponer los niños a los invitados es otro detalle que siempre tendrá en cuenta el buen anfitrión, aunque, por supuesto, tampoco se trata de esconder a los pequeños. Según las edades de estos, se graduará su aparición en la visita. Si la edad, la circunstancias o la hora de reunión así lo recomiendan, quizá haya que optar porque su presencia sea mínima y se limiten a saludar a los invitados retirándose a continuación.

De ofrecerse una comida a los invitados, caben distintas opciones con los niños: servirles antes, servirles aparte o sumarlos al ágape con los mayores. En este último supuesto, los niños no tienen por qué participar en la sobremesa, pero deben pedir permiso para abandonar la mesa, costumbre que, por cierto, se les ha de exigir también a diario.

LA ELECCIÓN DE LOS INVITADOS

Entre los numerosos preparativos que preceden a una invitación en casa, quizá el de mayor importancia sea la selección de los invitados. El consejo clásico es el de no intentar reunir a un grupo demasiado heterogéneo, mezclando a personas que no se conocen de antemano, con el noble fin de hacer más entretenida la velada, diversificar las conversaciones y facilitar nuevos contactos. En principio, por prudencia, es mejor mantener alguna línea de afinidad entre los invitados de manera que no se exija a ninguno de los presentes un excesivo esfuerzo. Ahora bien, también hay que decir que si el anfitrión se limita a convocar a personas que habitualmente comen juntan, la rutina puede estropear la cita.

No es obligatorio que exista una proporción exacta entre los invitados de uno u otro sexo pero si conviene que ninguno de los dos sea claramente dominante. Si todas las personas forman parejas salvo una o dos, ofrézcales a estas la posibilidad de acudir con un acompañante, aunque tampoco sucede nada si se presentan solas.

A la hora de fijar el número de invitados, sea prudente y no peque de exceso; asegúrese de que todos estarán cómodos tanto en la mesa del comedor como en el salón, para el aperitivo y el café, sin ningún tipo de apretura. Si el número de personas excede de la disponibilidad de espacio que permite su hogar, es mejor acudir a un restaurante o dividir en varias la reunión que tenía prevista.

Una vez confeccionada y revisada la lista de invitados, convóquelos por teléfono con razonable anticipación y haga una segunda “ronda” de recordatorio y confirmación. Sólo las celebraciones muy formales exigen hoy en día una invitación “a casa” por escrito. Si su hogar se encuentra en un lugar de difícil acceso, ofrezca las explicaciones pertinentes y sugiera incluso los estacionamientos públicos más próximos.

En vez de anfitrión puede usted ser invitado. Recuerde entonces que la próxima vez deberá intercambiar los papeles: es decir, cuando acepte una invitación corresponda con otra en el plazo máximo de unos dos o tres meses. En el caso de las personas solteras etas comúnmente aceptado que contesten a las invitaciones con otras que tengan como marco un lugar público.

LA CASA

Cuando esperamos visita hay que partir de una consideración fundamental: la hospitalidad hacia los invitados se ha de palpar en toda la casa, y no solo en la sala en la que se esté previsto servir el almuerzo o donde haya de tener lugar la reunión. Preparar del mejor modo las distintas dependencias del hogar, y sobre todo aquellas que tiene más posibilidades de ser visitadas por los huéspedes, es uno de los principales deberes del buen anfitrión. Un caso típico es el de los cuartos de baño, que han de estar extremadamente limpios y disponer de todo lo necesario a lo largo de la velada, cambiando incluso las toallas cuantas veces sea preciso. Los anfitriones pondrán un especial cuidado en vigilar su buen estado. Y un detalle a tener en cuenta: salvo en casos de extrema confianza, un baño al que van a entrar los invitados no debe tener nunca a la vista los productos y utensilios de nuestro aseo personal.

Aspectos como la calefacción o el aire acondicionado y la iluminación debe contribuir también al buen ambiente, de forma que estén en su punto justo y pasen desapercibidos, ya que en uno u otro caso podrían arruinar la reunión. Vigile pues, que haya una temperatura correcta, sin excesos en un sentido o en otro. Asimismo la mesa del comedor ha de estar bien iluminada, mientras que para el resto de los ambientes, si es de noche o no se goza de suficiente luz natural, suele optarse por luces auxiliares e indirectas.

Para que no existan motivos de incomodidad para nadie, recuerde que los animales no son del gusto de todas las personas. Si tiene en casa animales de compañía, lo mejor es disponer de alguna habitación o lugar para ellos, de manera que queden fuera del contacto con los invitados.

EL MENÚ

La comida ha de ser diseñada en función de su objeto y de los invitados. Es clara la diferencia que existe, por ejemplo, entre un almuerzo de trabajo, que por su finalidad debe ser (aunque a menudo se olvide) sencillo, breve y digestivo, y una comida de placer o de gala, en la que conviene la riqueza de sabores y variedad de platos.

La prudencia aconseja, una vez más, no correr riesgos, así que si usted no es un experto anfitrión, comience por organizar comidas o cenas con sus familiares y amigos más próximos, que serán indulgentes con sus fallos, con grupos reducidos y con recetas sencillas. Experimentar una receta nueva o un plato complicado y exótico el día en que se reciben invitados de postín, es un riego innecesario.

Es recomendable, además, preparar platos que no obliguen a pasar más tiempo en la cocina que con los invitados. Por excelente que sea el manjar que se va a servir, el principal objeto de estas citas es disfrutar de la compañía y la conversación durante unas horas y el primer deber de los anfitriones es el de estar pendientes de sus invitados, no del horno.

Hay quien prefiere desentenderse de los problemas culinarios adquiriendo en un comercio comidas preparadas y listas para servir. Esto puede ser una buena idea si sólo se hace con una parte del menú: los entremeses, la entrada, las salsas o el postre, pero nunca lo haga con el plato principal.

Si entre los invitados se han incluido personas extranjeras o de otras regiones, es un gran gesto de cortesía introducir en el menú el plato típico local. Los forasteros deberán agradecer ese detalle aunque una persona que siga una dieta especial no debe esperar, ni menos aun obligar, a que en su invitación se respete su régimen, si este es obligatorio, por ejemplo debido a una enfermedad, los anfitriones se informaran antes y dispondrán un menú especial para este invitado, procurando esmerarse al máximo en su elaboración y presentación

Las viandas concretas que pueden componer un menú forman parte de los libros de cocina. Podemos decir, sin embargo, que los anfitriones s e esforzaran en evitar coincidencias en os estilos y sabores de los platos, no reiterando bases, guarniciones ni salsas e incluso evitando, ya que la vista es también un elemento fundamental a la hora de comer, que todos los paltos sean de la misma tonalidad.

Es importante calcular bien las raciones que se van a servir, siguiendo el principio general de que siempre será mejor por exceso (ligeramente sin ostentaciones de cantidades imposibles) que por defecto. La comida estará medida teniendo en cuenta que todos los comensales queden satisfechos e incluso pensando que algunos quieran repetir.

LA AGENDA O FICHERO

Si usted tiene la costumbre de invitar en su casa con cierta regularidad, le conviene organizar una agenda o fichero de menús, en donde ira anotando fechas, platos y comensales de manera que no se repita la comida si vuelve a invitar a cualquier persona.

A estas anotaciones básicas se puede añadir alguna observación complementaria sobre los gustos de los comensales, si estos expresan sus preferencias en el curso de la reunión; así se permite que queden gratamente sorprendidos si en otra ocasión se les recibe con el que habían dicho que era su plato favorito; se evita también, si llega a conocimiento del responsable del fichero, el ofrecerles algo que les disguste.

LA LLEGADA DE LOS INVITADOS

El anfitrión será previsor, calculara bien el tiempo y lo tendrá todo dispuesto media hora antes del momento convenido, para que no le cojan por sorpresa o desprevenido los primeros en llegar.

Cuando los invitados llegan y el timbre suena, todo el interior de la casa estará preparado para atenderlos del mejor modo posible. Si es invierno o llueve, piense que acudirán con abrigos y paraguas: reserve lugares adecuados para guardarlos, ya que la experiencia nos demuestra que muchas veces las gabardinas terminan encima de las camas y los paraguas en la bañera.

Si es usted el invitado, esfuércese en ser puntual. Si surge algún problema o contratiempo que le impida llegar a la hora, avise por teléfono del previsible retraso. No se conforme con excusar su tardanza culpando al tráfico; la aglomeración de vehículos a determinadas horas y en determinados lugares también debe ser tenida en cuenta al prepararse para salir.

Si los anfitriones son una pareja, uno de ellos recogerá las prendas de abrigo del invitado mientras que el otro se ocupa de introducir al recién llegado en el salón. Y una observación fundamental: aunque se trate de su propia casa, y la comida o cena no sea demasiado formal, no reciba vestido con prendas deportivas (chándal) o calzando zapatillas. No confundamos, por favor, la comodidad con la dejadez ni la confianza con la descortesía.

EL SERVICIO

Si dispone de servicio y este, en el desarrollo de la reunión, comete algún error, corríjalo con suavidad y sin darle importancia, pero no llame la atención a un empleado delante de sus invitados. Si el autor de la equivocación es uno de los invitados, procure no mirar hacia él en ese momento, pues así lo convertiría en foco de atención y lo pondría en un apuro mayor.

Con servicio o sin él, tenga a mano vajilla, cristalería y cubiertos de más, para sustituir alguna pieza si sucede cualquier percance. La comida se servirá con tranquilidad, dejando transcurrir unos cinco minutos entre plato y plato. La degustación de los alimentos tiene su propio ritmo, y tanto el anfitrión como los invitados deberán observarse entre sí, retrasándose si creen que comen demasiado deprisa respecto a los demás o acelerando el ritmo en caso inverso.

Si quien sirve y organiza la mesa es el anfitrión, sólo en caso de mucha confianza podrá aceptar que un invitado le ayude. Entre los invitados el ofrecimiento de ayuda debe ser claro, pero no se insistirá si el anfitrión contesta también claramente con una negativa.

El anfitrión o anfitriona no han de ausentarse de la mesa, y si necesariamente tiene que hacerlo, será por el tiempo mínimo e imprescindible. Para evitar este problema, es mejor ayudarse de un aparador o mesa auxiliar donde se tendrán repuestos de vajilla, bebidas, agua o pan, pero no podrá servir para dejar en él los servicios una vez retirados de la mesa (que “desaparecerán” de inmediato hacia la cocina).

¿HAY QUE LLEVAR REGALO?

El invitado no tiene la obligación de acudir con un regalo. Pero si lo lleva, ha de entregarlo tras el primer saludo y antes de pasar al salón (es decir, sin hacerlo en presencia de los demás invitados). Veamos las posibilidades más habituales:

- El anfitrión habrá de prever que lleguen flores y, por ello, tendrá disponible algún jarrón para ponerlas en agua y lucirlas. Pero muchas veces el invitado no desea llevarlas en mano; en tal caso, puede hacerlas llegar con unas horas de antelación o, lo que es muy frecuente, enviarlas al día siguiente con una nota de agradecimiento por la invitación y la cordialidad de la velada.

- Si le regalan una botella de cava, póngala a enfriar en el frigorífico para sacarla a los postres, aunque si el número de invitados es amplio, puede ponerla en la nevera y preparar una cubitera para, si da tiempo a que se enfríe, servirla con el aperitivo. En cambio, si el regalo es vino, no es obligatorio servirlo en la comida, ya que se da por supuesto que el anfitrión ha previsto lo que se beberá con el menú. En consecuencia, el invitado no se sentirá ofendido si no se abre la botella que él llevó.

- Si le regalan dulces, ofrézcalos como complemento del postre que haya preparado. Si son bombones, preséntelos a la hora del café.

- Cuando los anfitriones tiene hijos, el obsequio puede estar dedicado a ellos.

LOS CIGARROS

Cuando el anfitrión es fumador, será él quien encimada el primer cigarrillo, lo que no hará antes de terminada la comida y servido el café. Por supuesto deberá evitar que su hábito moleste a los invitados. Si el anfitrión ya sabe que estos son fumadores, podrá tener previstas un par de cajetillas (una para tabaco rubio y otra para tabaco negro) para ofrecerles si se prolonga la velada.

Tras la comida y en una charla entre amigos quizá sea uno de los momentos en que los fumadores de puros más disfrutan consumiendo un buen cigarro. Los puros solo se ofrecen a los hombres. Es preciso insistir, y en este caso más aun por el penetrante olor que despide el tabaco así elaborado, que antes de encender un puro la buena educación exige pedir permiso a quienes nos rodean.

EN UN RESTAURANTE

Si, en vez de ser en el propio domicilio, la invitación se realiza en un restaurante, el anfitrión también tiene una serie de normas que cumplir. En primer lugar le corresponderá ocuparse de las reservas, lo que se debe hacer con bastante antelación. Puede elegir entre un menú fijo o bien dejar la carta libre; lo común suele ser encargar un palto de entrada o unos entremeses y ofrecer a los invitados la decisión final del plato principal, al menos entre dos o tres opciones.

El anfitrión estará en el local unos diez minutos antes de la hora convenida para recibir a los primeros invitados; si no existe un bar o zona de espera a la entrada, los que vayan legando más tarde serán recibidos por el maître y encaminados a la mesa. El anfitrión se levantara ante la llegada de cada nuevo invitado, para saludarle.

Cuando se toma un aperitivo en la barra, antes de pasar al comedor, la copa inacabada puede llevarse a la mesa (será casi siempre el camarero quien se ofrezca a hacerlo), a diferencia de lo que sucede en un domicilio particular.

La factura

Cuando llega la hora de pagar, el anfitrión se levantará para, con la mayor discreción, hacerla efectiva lejos de la vista de sus invitados, y volviendo después a ocupar su lugar en la mesa. Ni él hará comentario alguno, ni los invitados preguntarán. Si se trata de un grupo muy numeroso, lo más normal es que el anfitrión haya acordado la forma de pago y la manera en que le enviarán la factura. En cambio, si el grupo es reducido y de gran confianza, pedirá y abonará la cuenta al final de la comida o la cena en la propia mesa.