martes, 29 de diciembre de 2009

LAS VISITAS A ENFERMOS

Un caso muy particular, y por desgracia bastante común, es el de visitar a una persona enferma. Antes de nada hay que preguntar a sus familiares si el convaleciente quiere o puede recibir visitas. Algunas personas prefieren no recibir a nadie en ese estado y a otras se lo prohíben los médicos. En caso de recibir una respuesta positiva, debe preguntarse también cual es la hora más conveniente para la visita ya que un enfermo puede tener un horario especial de descanso o de tratamiento de su dolencia.

La recomendación general de brevedad en las visitas es, en estas situaciones, particularmente importante. No agote al paciente, media hora es una duración correcta para una visita aunque, si el enfermo esta grave o convaleciente de una operación reciente, con diez minutos será bastante. Controle la conversación para intentar aliviar las preocupaciones del paciente. No insista en sus males ni le fuerce a hablar de su dolencia. Procure transmitir un ambiente de optimismo y bajo ningún concepto compare la situación con otras enfermedades propias o ajenas que conozca. Y por supuesto, utilice un tono de voz moderado; los gritos o las risotadas están en estos casos más fuera de lugar que nunca.

Si, como ocurre en la mayoría de las veces, el enfermo al que se visita está ingresado en un centro sanitario, recuerde que los hospitales sólo permiten un número limitado de visitantes al mismo tiempo en las habitaciones, ofrézcase a salir de la habitación si llega a la clínica alguien muy allegado al enfermo y ceda siempre la preferencia a los familiares más próximos. Si, cuando usted llega hay sólo un familiar con el enfermo, pregúntele si quiere salir a descansar aprovechando que usted puede quedarse y prestar compañía.

Aunque no es necesario llevar un regalo, ya que la visita en si suele ser recibida como tal, es habitual recurrir a libros porque se supone que el enfermo tiene mucho tiempo para leer. Antes de llevarle bombones o dulces, asegúrese de que está permitido y de que el enfermo no tiene una dieta especial que le impida comerlos.

Existe también la costumbre de enviar o llevar flores y plantas a los enfermos y a otras personas hospitalizadas, como las mujeres que acaban de dar a luz. Procure ser prudente con el tamaño de estos envíos porque puede resultar un estorbo en la habitación. En todo caso, hoy en día empieza a haber algunos hospitales que recomiendan desterrar esta práctica social, ya que flores y plantas dañan en ocasiones la asepsia que se pretende mantener, sobre todo en torno a determinados enfermos. Sea especialmente cuidadoso a la hora de enviar flores si presume que el enfermo ya habrá recibido otras o si comparte la habitación hospitalaria con más pacientes.