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viernes, 16 de octubre de 2009

REGLAS PRÁCTICAS PARA EL MEJOR USO DE TODAS LAS PRENDAS

La combinación de las prendas se basa, en primer lugar en su colorido, cuestión en la que, además del gusto personal y las modas, intervienen los condicionantes culturales. Por ejemplo, los hombres tenderán siempre a colores más oscuros y discretos. Las mujeres, por su parte, tiene el problema inverso: admiten cualquier color y cualquier combinación cromática, por lo que con frecuencia la dificultad para ellas estriba en decidirse entre las numerosas posibilidades existentes.

Veamos cómo utilizar los colores más habituales:

- En los hombres el negro combina bien con casi todos los colores, aunque puede dar algún problema con los más oscuros, como el azul marino o el marron.es el color del luto y la etiqueta más estricta (frac, chaqué, smoking), pero se utiliza menos en la actividad ordinaria, por su extremada seriedad. Para las mujeres es, sin embargo, una de las soluciones más habituales en cualquier ocasión, no solo por lo fácil que resulta combinarlo, sino también por si efecto estabilizador.

- El marrón es uno de los más difíciles de combinar, sobre todo en la indumentaria masculina, salvo que se conjugue con su familia más clara (canela, arena) o con algunos verdes. Nunca llego a convertirse en un color propio de un traje masculino serio, donde perdió claramente la batalla con azules y grises. No es el caso de las mujeres, quienes, en uso de su libertad cromática, tiene al marrón como uno de los colores fundamentales en su ropero.

- El gris es el color clásico y serio por antonomasia. No casa bien con algunos tonos de marrón, pero si, con el negro y con el azul, así como con determinadas tonalidades de verde y con el granate.

- El azul marino es una de las opciones tradicionales y siempre seguras. Presenta ciertas dificultades para combinar con los verdes, pero va bien con los rojizos y con tostados claros como el beige. Es perfecto con toda la gama de grises.

- El blanco es un comodín, que solo da problemas si se pretende combinar con los tonos más claros de cualquier otro color. Para prendas exteriores solo es propio de mujeres. Existen modelos de chaquetas de smoking masculino en color blanco, pero son muy poco comunes.

La combinación de colores es también la base para conjugar estampados. Los dibujos que más se prestan a la coordinación son los menos marcados y los de motivos pequeños como lunares o topos.

Otro aspecto a tener en cuenta son los tejidos, hasta el punto de que la tela puede llegar por si misma a definir totalmente una prenda. En el mundo en que los adelantos técnicos abren toda clase de posibilidades, siguen siendo preferibles los tejidos d fibras naturales a los sintéticos. Hay que recordar, eso sí, que una prenda de fibras naturales requiere más cuidados (plancha o limpieza en seco, por lo pronto) que una de fibras sintéticas; entre los inconvenientes de estas últimas cabe citar los brillos artificiales que suelen producir y la acumulación de olores.

Fondo de armario

Se denomina así al conjunto de prendas básicas que, adecuadamente combinadas con otras secundarias y con complementos diversos, permiten a una persona disponer de una indumentaria para las necesidades de cada momento.

El “fondo de armario” dependerá de la actividad que desarrolle la persona, de su trabajo y tipo de relaciones sociales, de la manera en que ocupe su tiempo libre, etc. Pero, en cualquier caso, es preferible que estas prendas básicas sean de buena calidad, tanto en sus materiales como en su confección, y de un estilo más bien clásico para que resistan el paso de tiempo sin quedar desfasadas. Algunos complementos sabiamente elegidos bastarán para ponerlas al día. Por supuesto, deberán estar siempre a punto para su uso, es decir, limpias, planchadas, sin botones caídos…

LA CHAQUETA

La chaqueta, creada como prenda masculina, se utiliza actualmente en dos modalidades: con botonadura sencilla y con botonadura doble o cruzada. En principio, se considera que la cruzada es más seria, aunque vestir una u otra depende del gusto personal, e incluso del físico, pues la sencilla favorece una imagen más esbelta, mientras que la cruzada ensancha la figura (no se aconseja, por esta razón, para personas corpulentas). La chaqueta cruzada impone, por otra parte, deberes adicionales a sus usuarios, ya que ha de mantenerse siempre abrochada cuando se permanezca de pie y no puede combinarse con chaleco. Otra diferencia está en la forma de la solapa: es de pico en las cruzadas y de muesca en las sin cruzar.

Otro elemento variable en la confección de las chaquetas es la abertura en la espalda, que nació en las chaquetas de montar para que la prenda fuera más cómoda y quedase recta sobre la grupa del caballo. Aún al margen de la equitación, la abertura sigue siendo cómoda porque facilita el gesto de introducir las manos en los bolsillos. La chaqueta de una sola abertura es la típica americana, y la de dos la tradicional inglesa. La prenda sin aberturas ofrece una imagen más limpia de la espalda, pero puede deformarse.

En cuanto a los bolsillos, la chaqueta tradicional inglesa incluye dos en su parte inferior (uno sobre cada cadera), y otro en la superior, que se utiliza únicamente para el pañuelo. La mayoría de los modelos, sin embargo, solo llevan los dos inferiores.

Las mangas de la chaqueta han perdido sus antiguas vueltas, pero su rastro queda presente en los botones que se ponen al final con carácter ornamental. Aún así, en una prenda del mejor sastre, estos botones no irán simplemente pegados, sino que podrán desabrocharse con sus correspondientes ojales.

El largo de la chaqueta debe cubrir el asiento del pantalón, aunque su longitud puede variar para adaptarse y resultar o corregir la figura de cada uno. Las mangas dejaran asomar un centímetro, o quizá un poco más, de la camisa. La forma, Longitud y anchura de las solapas varia levemente con las modas, pero siempre son preferibles los diseños intermedios, no muy anchas ni excesivamente estrechas.

Una prenda británica

Para la aceptación tan general que ha conseguido, la chaqueta es una prenda relativamente reciente, ya que nació a finales del siglo XIX cuando la clase acomodada inglesa empezó a ir al campo y a practicar la caza. A partir de 1920, las chaquetas de sport comienzan a utilizarse para otras actividades, aunque conservando detalles de su estilo inicial como los bolsillos de parche o los botones de cuero. De su origen rural quedan otros rastros, como las telas de “tweed” o los dibujos de pata de gallo o espiguilla.

Una chaqueta muy característica y con su propia historia es el “blazer”, cuyo invento se atribuye al capitán de la fragata HMS Blazer quien, en 1837 y ante una visita de la reina Victoria al barco, ordenó confeccionar para su tripulación unas chaquetas de sarga azul que llevaban en sus botones el escudo de la marina real inglesa. El “blazer” actual conserva el azul marino del tejido, el corte con botonadura cruzada y los clásicos botones metálicos, semiesféricos y con motivos náuticos. La combinación más habitual para esta prenda es un pantalón de franela gris, que puede ser más liviano y claro en climas o épocas calurosas.

La chaqueta femenina

Presenta algunas diferencias básicas con la masculina, como el sentido opuesto de la botonadura, los hombros menos rígidos, la cintura más marcada… pero las principales modificaciones vienen del rápido ciclo de cambio que distingue a la moda femenina. Una chaqueta de mujer puede ir totalmente entallada, carecer de solapas, subir los delanteros y llevar cuellos de distintos tipos o eliminarlos por completo. Los largos presentan así mismo una gran diversidad, desde las que apenas rebasan la cintura hasta las que casi parecen una levita. La variedad es también enorme en los tipos de tejidos y en sus estampados. El conjunto formado por una chaqueta y una falda o pantalón suele denominarse “dos piezas”

Bolsillos vacios

Sea hombre o mujer, procure llevar muy pocas cosas, o ninguna, en los bolsillos de la chaqueta. Esa imagen, más frecuente en los varones, del bolsillo superior engordado por agendas, papeles, bolígrafos, gafas etc., es realmente triste. La cartera masculina se guarda en el bolsillo interior.

El pañuelo

Un detalle que denota elegancia y gusto clásico es el colocar ligeramente sobresaliente (no más de dos o tres centímetros), el pañuelo en el bolsillo superior de la chaqueta. Antes se consideraba necesario que armonizase, en tejido y color, con la corbata, pero hoy en día se concede más libertad en este punto, existiendo pañuelos de gran calidad que se distinguen y a la vez combinan con la corbata. El modelo blanco de hilo sigue siendo, en todo caso el tradicional. Puede colocarse al menos de cuatro formas distintas: triangular de una sola punta, cuadrada, con cuatro puntas o en forma suelta.

EL PANTALÓN

Muy ajustados en sus inicios, los pantalones masculinos se confeccionan desde hace ya mucho tiempo con una anchura que los adapta al cuerpo, siendo más anchos en las caderas y estrechándose según bajan hacia el tobillo, donde se cortan de forma que rebasen ligeramente los dos tercios del largo del zapato. Pero atención. ¡que no arrastren ni se puedan pisar!

En el delantero el pantalón puede ser liso o con pinzas, que en una prenda tradicional serán sólo dos: una coincidiendo con la raya y la otra entre aquella y el bolsillo. En la actualidad como casi todos los pantalones se sujetan con cinturón, han de llevar las oportunas trabillas.

Una vez puestos, los pantalones han de marcar limpiamente la raya, que romperá encima del zapato. Si se lleva vuelta en el bajo, esta deberá ir en paralelo al suelo, mientras que si no la llevan el bajo hará una mínima desviación oblicua de manera que por detrás sea un poco más largo. El pantalón cubrirá levemente el zapato y no dejara mostrar los calcetines mientras se permanezca de pie.

Al principio los bolsillos se situaban en horizontal bajo la cintura, pero poco a poco su posición fue cambiando hacia la vertical u oblicua y su lugar hacia los costados, además de añadirse un tercero en la parte trasera. De los primeros bolsillos horizontales sólo queda, algunas veces, uno pequeño bajo la parte delantera de la cintura. Suele decirse que un pantalón bien confeccionado es aquel que cuando la persona está de pie, no deja ver el forro de los bolsillos.

Los tejidos de los pantalones conviene que sean ligeros y flexibles. La pana solo se admite para el vestuario informal.

El pantalón femenino

Las mujeres han adoptado hace años esta prenda como una de las habituales en su vestuario, incluso con modelos idénticos a los masculinos. Por lo general, sin embargo, el pantalón femenino presenta algunas peculiaridades: ausencia del bolsillo trasero y del pequeño delantero, mayor longitud de tiro, menor anchura del bajo, etc.

El pantalón femenino puede llegar a ser muy ceñido y lleva con cierta frecuencia cremallera o cierre en uno de los costados. Pese a su gran uso como traje de calle, el pantalón de vestir femenino no está muy admitido, más que en contadas ocasiones, como parte de un vestuario clásico para una circunstancia formal.

LA FALDA

Hasta los años sesenta, la pieza exterior más característica del vestuario femenino y exclusiva de este sexo en la cultura occidental, fue la falda, prenda que cae desde la cintura (a veces ligeramente desplazada hacia la cadera) y con más o menos vuelo se alarga hasta una longitud que hoy en día se sitúa en torno a la rodilla. Dependiendo del momento, la moda difunde diferentes largos que oscilan entre la minifalda y la que se conoce como maxifalda.

La falda recta (que, para ser cómoda, sobre todo si el largo es apreciable, ha de llevar abertura posterior) es la más difundida. Pero existen muchas variedades: hay faldas fruncidas, acampanadas y plisadas. Uno de los más conocidos modelos plisados es la falda escocesa, con sus típicos cuadros; este es un diseño más bien juvenil y nunca formal.

Los conjuntos femeninos más serios son los que combinan chaqueta y falda, y los vestidos de gala son, asimismo, prendas que básicamente consisten en una falda larga.

EL TRAJE

En sus inicios el traje masculino estaba compuesto por tres piezas: chaqueta, pantalón y chaleco. Así fue como lo difundieron los sastres ingleses, aunque actualmente el chaleco se utiliza muy poco ya que su función originaria (protegerse del frio) la cumplen los sistemas de calefacción en los despachos modernos.

Para que una chaqueta y un pantalón formen un traje es imprescindible que sean de un mismo color y tejido. Se admite de manera general que un traje formal siempre es oscuro, recomendándose como colores más idóneos el azul marino y el gris, en telas lisas o con dibujos clásicos y discretos como las rayas finas, el ojo de perdiz o los cuadros Príncipe de Gales. En principio, se admite que el color del traje sea más claro por las mañanas, algo oscuro por las tardes y muy oscuros por las noches. En el verano se utilizan tonalidades más claras.

Por su parte, el traje de mujer puede ser de los que combinan chaqueta y falda (que será más bien recta y con un largo en torno a la rodilla), sin necesidad de que el color sea el mismo en ambas piezas y admitiéndose la combinación de lisos con estampados; o bien los llamados “traje pantalón”, en los que la chaqueta se acompaña de la indicada prenda (en principio, estos son más informales). En cuanto a los colores, aunque la elección dependerá de las preferencias personales, suelen ser más recomendables los tonos claros y fuertes para el verano, y los oscuros para el resto del año.

CAMISAS

Fue también en Gran Bretaña donde, en 1871, un fabricante registró el primer diseño de camisa abierto de arriba abajo en su delantero, para poder abrocharla, lo que suponía una innovación frente a los modelos anteriores que se introducían por la cabeza como si fueran camisetas.

De tela fina y lavable, la camisa que se lleva con chaqueta o traje debe ser de mangas largas y con puños. Los modelos informales tiene algunas características que los distinguen: dobladillo de la abertura delantera con una tira pespunteada que forma una especie de jareta, cuellos sujetos con botones, uno o varios bolsillos, etc. Una camisa seria no lleva pespuntes, botones en los cuellos ni bolsillos.

Aunque en la actualidad muchas camisas llevan los bajos delanteros y trasero cortados a la misma altura, en los modelos más tradicionales la espalda (que arriba lleva canesú) acaba en un generoso faldón.

El cuello más usual es el vuelto, con las puntas solo ligeramente separadas y de una longitud muy comedida. La tela es más rígida en el cuello, sobre todo cuando está previsto para llevar con corbata. Algunas camisas se acompañan con pequeñas paletas de plástico, de poner y quitar, para endurecer los cuellos.

Los pliegues del remate de las mangas son uno de los detalles donde se percibe la buena confección de una camisa. Los puños se abrochan con un botón y, en los modelos más formales, con gemelos, en cuyo caso sólo llevarán un ojal en cada extremo.

Las tallas de las camisas masculinas confeccionadas industrialmente se mide por la anchura del cuello, lo que, debido a las diferencias de constitución física de las personas, provoca algunos desajustes molestos.

Para evitarlo, existen firmas que hacen distintos largos de manga por cada talla de cuello. En los últimos años empiezan a proliferar establecimientos donde se hacen camisas a medida a precios muy asequibles, lo que es un forma de evitar el mal efecto que supone para el aspecto de un caballero llevar unas mangas demasiado cortas o largas, o un cuello manifiestamente ancho.

El tejido más común y cómodo es el popelín, preferiblemente blanco o crema para los trajes, aunque también se admiten otros colores siempre que sean muy suaves y claros. En los atuendos menos formales se utilizan las rayas, tan difundidas hoy en día que se han convertido en un clásico de la camisería. La regla clásica establece que la camisa ha de ser más clara que el traje, y la corbata más oscura que la camisa. Los cuadros solo se permiten en un atuendo formal si son muy pequeños o muy claros, en colores bajos y poco perceptibles. Al contrario, la típica camisa de sport es la que lleva cuadros gruesos, marcados y muy visibles.

Las mujeres pueden emplear las mismas camisas que los caballeros, y tiene además a su disposición una amplísima oferta de blusas, con toda clase de formas, tejidos y adornos. Los materiales y diseños de los botones son también muy diversos. La seda es uno de los tejidos típicos en las camisas femeninas.

Un detalle practico e importante es que la tela de las camisas tenga cierta opacidad y no permita ver las prendas interiores, que en sui caso, se lleven debajo. Aunque en las pasarelas de alta costura abunden las denominadas “transparencias”, lo cierto es que no se utilizan en la vida normal y de ninguna forma son prendas para una ocasión solemne.

Un último consejo de uso: la camisa, que es una prenda que se cambia todos los días, ha de estar impecablemente planchada. Una camisa, en especial si es “de vestir”, no parece más juvenil y deportiva si se lleva sin planchar, simplemente demostrara que quien la lleva es una persona descuidada y con escaso aprecio por sí misma.

LA CORBATA

La corbata es el elemento más característico de la indumentaria formal masculina, componente imprescindible en cualquier traje y expresión del gusto personal del caballero que la luce.

Pueden confeccionarse en diversos estilos y materiales (las hay de fibras sintéticas, de algodón y hasta de cuero), pero las corbatas de calidad son las de seda, y van cortadas al bies, lo que permite que se anuden bien y no se tuerzan. Hay una forma muy sencilla de comprobar su confección: sujetándolas por la parte más estrecha y dejándola colgar; si no cae perfectamente recta es que no está bien cortada. Las corbatas a rayas deben estar cortadas de modo que estas formen un ángulo de 45 grados y queden paralelas con uno de los lados del pico inferior. Las rayas inglesas tradicionales bajan del hombro izquierdo hacia la derecha, mientras que en las americanas la orientación es a la inversa.

Para cuidar bien una corbata debe deshacerse el nudo siempre que se quite, enrollarla unos minutos sobre si misma y, después, colgarla en posición vertical.

Los dos nudos más habituales son el corredizo (el más común) y el Windsor (que toma su nombre del duque de Windsor que fue después de Eduardo VIII), más abultado y que requiere cuellos de camisa más separados.

Llevar bien una corbata significa que siempre tiene que estar bien anudada, sin separarse del cuello de la camisa, con el pico de la parte más ancha sin rebasar, o rebasando sólo ligeramente, el cinturón, y con la parte estrecha oculta. La anchura de la corbata, que varia con la moda, guardará proporción con las solapas de la chaqueta, de manera que se estrechará si lo hacen también aquellas. No es verdad que llevar el nudo flojo transmita un aspecto juvenil; quien no quiera utilizar corbata, que no la utilice, pero si lo hace, ha de hacerlo bien.

La combinación de la corbata con el traje y la camisa es un verdadero arte, pues aunque cada vez se concede más libertad a los caballeros, hay ciertas heterodoxias que no se consideran correctas, por ejemplo, los contrastes llamativos fruto de superponer, en corbata y camisa, rayas y cuadros de distinto tipo, o combinar camisas estampadas con corbatas también estampadas. La teoría dice que con camisa a rayas se llevará corbata lisa y con traje a rayas, corbata sin ellas.

El nudo de la corbata

En los primero movimientos se tendrá en cuenta la longitud de la corbata, con el fin de que, una vez completo el nudo, el extremo inferior quede a la altura de la cintura. Al introducir la pala ancha para formar el nudo es cuando deben evitarse las arrugas. Terminado el nudo, el extremo estrecho de la corbata no colgará más abajo del ancho

La pajarita

La corbata de pajarita, originariamente propia de los trajes de etiqueta, se lleva en ocasiones con camisas y chaquetas normales, aunque no es frecuente y transmite una imagen de cierta excentricidad.

El pañuelo de cuello

Se admite como sustituto de la corbata en situaciones semi – formales o en verano. Es más propio de caballeros de edad avanzada y, cuando se utilice, habrá que optar por colores muy discretos que combinen bien con el resto de la indumentaria.

EL VESTIDO FEMENINO

La pieza más habitual del vestuario femenino, al menos hasta los años sesenta, es una prenda en la que el cuerpo y la falda can unidos. Hoy en día sigue siendo el atuendo más aconsejable para situaciones formales, aunque existen muchísimos modelos aptos para las más distintas circunstancias.

El más apropiado para la mayoría de las ocasiones sigue siendo el de corte sencillo y recto. Muchos vestidos femeninos se complementan con una chaqueta, cuyo diseño y colorido ha de combinar, como es lógico, con aquel.

EL ABRIGO

Basado en la antigua levita, el abrigo es una prenda exterior que fue muy popular en la indumentaria masculina del siglo XIX. En el siglo XX, utilizado por hombres y mujeres, se ha beneficiado de los adelantos técnicos que permiten aligerar y dar mayor flexibilidad a los tejidos. Un buen abrigo, sin perder su utilidad como defensa del frio, debe pesar lo menos posible.

Hay algunos modelos que han conseguido gran popularidad como el Chesterfield (entallado, de botonadura simple bajo tapeta y solapas forradas de terciopelo) el loden, (amplio, con pliegue en la espalda, habitualmente verde jaspeado) o la “trenka” (con capucha e identificada sobre todo por su botonadura de piezas de madera abrochada con tiras de cuero)

Los modelos de abrigo femenino parten de la misma línea del masculino, aunque, como sucede con toda la ropa de la mujer, incluyen numerosos diseños, formas y coloridos. El cuero es utilizado tanto por hombres (sobre todo en prendas de abrigo cortas) como por mujeres, pero estas son las que más emplean pieles de animales en sus abrigos. Los de piel fueron durante muchos años símbolo de riqueza y distinción, casi de ostentación. En los últimos años han aparecido pieles sintéticas como alternativa a las naturales, lo que evita el deterioro que sobre la imagen pública de estas prendas vienen causando las campañas de defensa de los animales promovidas por los movimientos conservacionistas.

El abrigo ha de mantener una coordinación con el resto de la ropa, lo que supone, por ejemplo,. Que un abrigo de sport no se llevará con un traje formal, y a la inversa. En el caso del abrigo femenino, ha de cuidarse además de la combinación con los complementos (el bolso, etc.).

GABARDINAS

La gabardina nació en 1865 de la mano de Thomas Burberry, que la creó para el ejército inglés, que luchaba en la guerra de los Boers, Burberry inventó un tejido de algodón doblemente impermeabilizado, en el hilo y en la tela, que además dejaba transpirar el cuerpo.

Los diseños posteriores fueron incluyendo diversas innovaciones, pero los modelos clásicos de gabardina masculina siguen fieles a una serie de rasgos inconfundibles: hombreras, tirilla para abrochar el cuello, arandelas en forma de “U” (que usaban los soldados para colgar sus utensilios), botonadura cruzada cinturón con hebilla, etc. La femenina adopta diversas formas y colores, lo que permite adaptarse a cualquier tipo de vestuario, excepto el empleado en ocasiones solemnes. El impermeable es una posibilidad más informal y juvenil, que también ofrece una amplia gama de modelos. Otra prenda tradicional para la lluvia, con un aire más deportivo, es la creada por John Barbour en 1890, más corta que la gabardina, en color verde oscuro, con cuello de pana y cierres a presión e inoxidables que complementan la cremallera. Es una prenda para ocasiones informales.

SÓLO PARA SPORT

La prenda de sport por antonomasia es el vaquero o el tejano, creado a mediados de XIV por Levis Strauss. Aunque su idea inicial era vender tiendas de campaña en california para los buscadores de oro, la mayor demanda de aquellos trabajadores eta de pantalones resistentes para su duro trabajo. Strauss los confeccionó con la misma lona destinada a las tiendas, y así surgió el que hoy es el pantalón más famoso del mundo. Posteriormente se le añadieron otros elementos, como los remaches de cobre, dando lugar al modelo que hoy se conoce.

Los pantalones vaqueros han alcanzado un éxito comercial enorme, por su comodidad, dureza y larga vida, hasta el punto de que hay algunos diseñadores los han incluido, en sus catálogos de alta costura. Aun así, el tejano es, y será siempre la imagen del atuendo informal. Es, por ejemplo, el único pantalón masculino que nunca ha de marcar raya.

Los caballeros pueden llevarlos con chaqueta, pero sólo en circunstancias y ambiente muy informales. En tal caso, son preferibles los colores oscuros y de corte sencillo.

Otra prenda de sport muy popular son los jerséis y chaquetas de punto. El jersey debe su nombre a una de las islas del Canal de La Mancha, en donde los marineros acostumbraban a llevar estas prendas, y se conoce también como suéter, del inglés “to sweater” (sudar), lo que indica su sentido y espíritu deportivo. Puede tener escote redondo, en pico, cuello cisne, o de barco, o bien no llevar mangas. El chaleco de punto puede ponerse bajo una chaqueta o un traje semi – formal, pero nunca en ocasiones solemnes o muy serias.

A estas prendas de sport se suman otras muchas, como los pantalones de pana, los de pitillo para las mujeres, pichis, las minifaldas muy cortas, bermudas, camisetas y los polos.