viernes, 16 de octubre de 2009

EL ABRIGO

Basado en la antigua levita, el abrigo es una prenda exterior que fue muy popular en la indumentaria masculina del siglo XIX. En el siglo XX, utilizado por hombres y mujeres, se ha beneficiado de los adelantos técnicos que permiten aligerar y dar mayor flexibilidad a los tejidos. Un buen abrigo, sin perder su utilidad como defensa del frio, debe pesar lo menos posible.

Hay algunos modelos que han conseguido gran popularidad como el Chesterfield (entallado, de botonadura simple bajo tapeta y solapas forradas de terciopelo) el loden, (amplio, con pliegue en la espalda, habitualmente verde jaspeado) o la “trenka” (con capucha e identificada sobre todo por su botonadura de piezas de madera abrochada con tiras de cuero)

Los modelos de abrigo femenino parten de la misma línea del masculino, aunque, como sucede con toda la ropa de la mujer, incluyen numerosos diseños, formas y coloridos. El cuero es utilizado tanto por hombres (sobre todo en prendas de abrigo cortas) como por mujeres, pero estas son las que más emplean pieles de animales en sus abrigos. Los de piel fueron durante muchos años símbolo de riqueza y distinción, casi de ostentación. En los últimos años han aparecido pieles sintéticas como alternativa a las naturales, lo que evita el deterioro que sobre la imagen pública de estas prendas vienen causando las campañas de defensa de los animales promovidas por los movimientos conservacionistas.

El abrigo ha de mantener una coordinación con el resto de la ropa, lo que supone, por ejemplo,. Que un abrigo de sport no se llevará con un traje formal, y a la inversa. En el caso del abrigo femenino, ha de cuidarse además de la combinación con los complementos (el bolso, etc.).