sábado, 3 de octubre de 2009

¿FUMAR, O NO FUMAR?

Algunos de los gestos que las personas realizan en el ámbito de sus relaciones sociales están determinadas por el rito, tan poco saludable como generalizado, de consumir tabaco, es decir, el hábito de fumar.

Por ello, no está de más insistir en ciertas reglas de respeto y civismo que deberán ser mandamientos ineludibles para cualquier fumador. La regla fundamental es: excepto que no causemos molestias a las personas que nos rodean, y sepamos que es así por habérselo preguntado explícitamente, no debemos fumar en lugares cerrados o espacios reducidos.

En otras palabras, si dos o más personas deben compartir durante algún tiempo un mismo espacio (una habitación, un vehículo, etc.), quien desee fumar ha de preguntar a los demás si les importa que se encienda un cigarrillo.

Las bocanadas de humo se dirigirán a un lugar neutro donde no molesten a nadie, jamás serán orientadas hacia los rostros de los demás y menos a los de los no fumadores. Al terminar el cigarrillo, asegúrese de que la colilla ha quedado completamente apagada.
Cuando estemos de visita en casa ajena, solo fumaremos si el anfitrión nos ofrece un cigarrillo. Únicamente en caso de que la abstinencia se haga muy dura, pediremos permiso para encender uno de los nuestros y, aun así, no deberíamos hacerlo si en la habitación no hay ceniceros a la vista puesto que quien los ha retirado quizá exprese con ello su desagrado al tabaco.

En los locales públicos no se fumará por grande e impersonal que resulte el espacio, no se tirará una colilla al suelo. No se fuma durante las comidas ni en visitas a enfermos ni delante de los niños. Tampoco debería fumarse dentro de los coches. En los ascensores, por razones obvias de seguridad, está prohibido.

Incluso cuando se está fumando en grupo rigen las reglas clásicas de cortesía, como ofrecer fuego a los demás antes de encender el propio cigarro (los caballeros ofrecerán fuego a las damas y las personas jóvenes a las mayores)

Si en vez de cigarrillos hablamos de puros, hay que tener en cuenta que algunas de estas normas deben cumplirse aun más estrictamente ya que el olor de un puro es más fuerte y fumarlo se prolonga durante mucho más tiempo. Si es usted el fumador y lo es de los llamados “habanos”, no olvide que un puro no se debe apagar contra un cenicero, “hay que dejarlo morir con dignidad”, dicen los expertos.

Casos en que no se debe fumar

- En un coche, cuando el conductor no fume.

- En un almuerzo o cena, entre plato y plato.

- Al entrar en el despacho de un superior, aunque este sea fumador, no se llevará un cigarrillo encendido en la mano.

- En presencia de niños pequeños o ancianos. Asimismo no se debe fumar ante personas de las que nos conste que padecen alguna enfermedad.