sábado, 3 de octubre de 2009

EL UNIVERSO GESTUAL

El lenguaje no verbal es un conjunto de hábitos que se adquieren y desarrollan de forma progresiva desde la infancia y que se manifiestan después en una amplia serie de reacciones automáticas y reflejas, tales como posturas, gestos, el propio modo de caminar, y otras similares.

La mayoría de la gente no se da cuenta de lo mucho que utiliza el lenguaje no verbal a la hora de comunicarse con otras personas, sino que lo emplea inconscientemente.
Muchos individuos que no responden a los cánones de belleza y atractivo físico mayoritariamente aceptados por la sociedad, pueden tener un encanto personal y una capacidad de seducción muy superior a otros, bellos en su apariencia exterior pero sosos o antipáticos en su trato. Esto se consigue, en una buena medida, con un lenguaje corporal agradable.

Los gestos suelen ser un reflejo de sinceridad. De hecho, es bastante difícil engañar a alguien que esté preparado para interpretar el lenguaje no verbal. Sigmund Freud escribió al respecto “aquel que tenga ojos para ver y oídos para escuchar, se dará cuenta de que ningún mortal es capaz de guardar un secreto. Aunque sus labios permanezcan cerrados, hablaran con las puntas de los dedos, todos sus poros rezumarán traición”. Es fácil mentir con la palabra, pero resulta mucho más complicado hacerlo con el cuerpo.

La expresividad gestual, mesurada y prudente es un síntoma de buena salud. A la inversa, las personas deprimidas tienen una expresión fácil triste y una gran pobreza de movimiento en todo el cuerpo. Los gestos deben ser abiertos y comunicativos, pero sin excederse y sin llegar al extremo de resultar artificiales y afectados.

Los nervios y la ansiedad producen una exageración de los gestos que transmite una negativa imagen. Una persona nerviosa tiende a jugar con todo lo que le cae en las manos: bolígrafos, cigarrillos, encendedores… se manosea el cabello, coge invisibles motas de la solapa de la chaqueta, se muerde las uñas… todo esto para desplazar tensiones interiores. En su Tratado de deberes, cicerón dictaba el siguiente consejo: “al estar quietos, al andar, al sentarse a la mesa, el gesto, la mirada, el rostro deben conservarse siempre con decoro y dignidad”.

Para mejorar su imagen, evite los movimientos constantes al hablar, muchas veces nos entregamos animadamente a una conversación y no prestamos atención a ese lenguaje silencioso pero tan visible de los gestos. Ser consciente del mismo es una cuestión de entrenamiento: obsérvese mientras habla, trate entonces de evitar los ademanes y sobre todo, aprenda a relajarse.

Lenguaje universal

La mayor parte de los gestos básicos de la comunicación son los mismos en todo el mundo. Cuando la gente se siente feliz, sonríe, cuando está triste o enfadada, frunce el ceño. Otros ejemplos: inclinar la cabeza en señal de acuerdo, agitar el puño para expresar cólera o amenaza, aplaudir para aprobar, levantar la mano para llamar la atención, bostezar como expresión de aburrimiento, ondear la mano cuando se deja un lugar, frotarse las manos para indicar frio, bajar los pulgares en señal de desaprobación, dar palmadas en la espalda para animar a alguien o tocarse el estomago es señal de hambre.

En las culturas mediterráneas y de Oriente Medio, la frecuencia de la gesticulación es considerada exuberante, pasional y excesiva por parte de las civilizaciones del norte de Europa, que siguen normas de reserva y compostura. Por su parte, un japonés bien educado aprende desde niño a no sostener la mirada y la mantiene baja, provocando así el malestar de sus interlocutores europeos, que miden la franqueza de la relación por la fijeza en las miradas.

Todos los gestos deben considerarse dentro del contexto en que se producen. El lenguaje corporal que sería aceptable en una fiesta animada resulta claramente inapropiado para una reunión de negocios.