Siguiendo una tradición antiquísima desde el momento de la muerte hasta el entierro, la familia y los amigos más allegados permanecerán cerca del féretro, en lo que se denomina velatorio o capilla ardiente, que antes se celebraba en el domicilio del finado aunque este hubiese fallecido en un centro hospitalario. En los últimos tiempos, se viene haciendo habitual utilizar los servicios de un hogar funerario o tanatorio, donde permanecerá la familia reunida con excepción de los niños (los cuales, hasta cierta edad, es mejor que permanezcan al margen de los actos mortuorios).
Aunque el velatorio se celebre en un domicilio particular, no es necesario que la familia invite a los visitantes (salvo tradición arraigada, que si existe en algunos lugares). De todos modos, es un buen detalle tener preparado café y algunos refrescos. Alguna persona de la familia, o un amigo próximo que se ofrezca a ayudar, podrá estar pendiente de estos aspectos.
Quien asiste a un velatorio no debe acudir con colores llamativos, pero tampoco de luto riguroso, lo que corresponde, en la medida que lo considere oportuno a la familia. Al llegar a la capilla ardiente, la visita se dirigirá en primer lugar a los familiares más directos del fallecido y les expresará su pésame, con una frase o unas palabras sencillas y cariñosas. El tono de voz debe ser en todo momento más bien bajo, hasta que abandone el lugar.
Tras dar el pésame, la visita se retirará para hablar con algunas otras personas presentes o permanecer algo apartado hasta el momento de irse, cuando se despedirá de la familia y, si lo considera oportuno, ofrecerá su ayuda o anunciará una nueva visita para más adelante. El tiempo de permanencia en el velatorio debe ser breve, salvo circunstancias especiales (por ejemplo, si tras una muerte repentina los familiares más cercanos se encuentran al principio especialmente solos). Como regla general, una visita al velatorio puede durar entre 10 y 15 minutos; más demedia hora solo será necesaria en casos de familiares o amigos muy allegados.
Si usted llega en el momento en que se esté pronunciando alguna oración o rezando el rosario, no interrumpa y participe. En todo caso deberá esperar para dar el pésame a que el acto termine.
Aunque el velatorio se celebre en un domicilio particular, no es necesario que la familia invite a los visitantes (salvo tradición arraigada, que si existe en algunos lugares). De todos modos, es un buen detalle tener preparado café y algunos refrescos. Alguna persona de la familia, o un amigo próximo que se ofrezca a ayudar, podrá estar pendiente de estos aspectos.
Quien asiste a un velatorio no debe acudir con colores llamativos, pero tampoco de luto riguroso, lo que corresponde, en la medida que lo considere oportuno a la familia. Al llegar a la capilla ardiente, la visita se dirigirá en primer lugar a los familiares más directos del fallecido y les expresará su pésame, con una frase o unas palabras sencillas y cariñosas. El tono de voz debe ser en todo momento más bien bajo, hasta que abandone el lugar.
Tras dar el pésame, la visita se retirará para hablar con algunas otras personas presentes o permanecer algo apartado hasta el momento de irse, cuando se despedirá de la familia y, si lo considera oportuno, ofrecerá su ayuda o anunciará una nueva visita para más adelante. El tiempo de permanencia en el velatorio debe ser breve, salvo circunstancias especiales (por ejemplo, si tras una muerte repentina los familiares más cercanos se encuentran al principio especialmente solos). Como regla general, una visita al velatorio puede durar entre 10 y 15 minutos; más demedia hora solo será necesaria en casos de familiares o amigos muy allegados.
Si usted llega en el momento en que se esté pronunciando alguna oración o rezando el rosario, no interrumpa y participe. En todo caso deberá esperar para dar el pésame a que el acto termine.