Uno de los trances más tristes por los que puede pasar una persona es el fallecimiento de un ser querido. Ahora bien, incluso en una situación tan extrema como esta, alguien en la familia deberá sobreponerse al dolor y tomar el control de la situación.
Son muchos los detalles que han de ser atendidos en un breve espacio de tiempo: pompas fúnebres, esquelas… un buen detalle de amistad es el de ofrecer, con discreción y sin insistir, nuestra colaboración en estas gestiones a los familiares del fallecido, si son allegados. En caso de que usted se haga cargo de algunos trámites, no tome ninguna decisión sin consultar antes, ya que puede crear conflictos familiares o incurrir en gastos, a veces no pequeños, que después deberán asumir otros.
En primer lugar, lo más urgente es avisar del fallecimiento, por teléfono o mediante telegrama, a familiares y personas próximas. Para dar a conocer públicamente el óbito, es práctica habitual insertar esquelas en la prensa del lugar de residencia.
Las esquelas
La redacción de estos anuncios necrológicos es muy parecida en todos los casos y en los mismos diarios suelen tener modelos, en los que sólo es preciso insertar los datos concretos y personales del fallecido. Respecto al tamaño de la esquela, hay que decir que no debería ser desorbitado, aunque existan posibilidades económicas para ello, pues puede interpretarse como un gesto de ostentación incluso en una circunstancia tan definitiva como es la de la propia muerte.
En la esquela deben aparecer todos los familiares directos, siguiendo el orden de mayor a menor relación y de mayor a menor edad. Es conveniente repasar bien este listado, ya que si falta alguien de igual grado de parentesco que otro que si figure, aunque su trato con el difunto hubiera sido de distinta intensidad, el olvido puede acarrear posteriores problemas.
Debajo del nombre del difunto puede hacerse constar la edad y el lugar de fallecimiento, así como la profesión o el cargo que ocupaba. Si sus títulos y honores son muchos, se pondrán solo los más destacados o aquellas por los que hubiera sentido predilección. En la esquela se anunciará también el lugar donde se instale la capilla ardiente y del funeral y el entierro con sus horarios.
Una costumbre que comienza a arraigar es la de proceder al entierro lo antes posible, dejando el funeral para un día o dos más tarde cuando la familia se encuentre con más fuerzas. En este caso, o que se anuncia en la esquela es el funeral, haciendo constar que el entierro ya se celebró. Otra forma de preservar la intimidad de la familia en el tiempo más próximo a la muerte es la de incluir en la esquela la frase “la familia no recibe”.
Si el fallecido ocupaba un puesto profesional importante o destacado por alguna circunstancia, su empresa puede insertar en a prensa otra esquela, en la que no habrá mención a los familiares del difunto, sino que simplemente expresará la condolencia de la compañía. Si esta organiza además un oficio religioso, tendrá que ser posterior al funeral familiar.
Dada la lógica sensibilidad que existe ante estos temas, las empresas deberán tener un especial cuidado y establecer unas normas fijas, de manera que si publican una esquela a la muerte de un empleado, todos los del mismo rango habrán de recibir igual tratamiento cuando fallezcan.
Son muchos los detalles que han de ser atendidos en un breve espacio de tiempo: pompas fúnebres, esquelas… un buen detalle de amistad es el de ofrecer, con discreción y sin insistir, nuestra colaboración en estas gestiones a los familiares del fallecido, si son allegados. En caso de que usted se haga cargo de algunos trámites, no tome ninguna decisión sin consultar antes, ya que puede crear conflictos familiares o incurrir en gastos, a veces no pequeños, que después deberán asumir otros.
En primer lugar, lo más urgente es avisar del fallecimiento, por teléfono o mediante telegrama, a familiares y personas próximas. Para dar a conocer públicamente el óbito, es práctica habitual insertar esquelas en la prensa del lugar de residencia.
Las esquelas
La redacción de estos anuncios necrológicos es muy parecida en todos los casos y en los mismos diarios suelen tener modelos, en los que sólo es preciso insertar los datos concretos y personales del fallecido. Respecto al tamaño de la esquela, hay que decir que no debería ser desorbitado, aunque existan posibilidades económicas para ello, pues puede interpretarse como un gesto de ostentación incluso en una circunstancia tan definitiva como es la de la propia muerte.
En la esquela deben aparecer todos los familiares directos, siguiendo el orden de mayor a menor relación y de mayor a menor edad. Es conveniente repasar bien este listado, ya que si falta alguien de igual grado de parentesco que otro que si figure, aunque su trato con el difunto hubiera sido de distinta intensidad, el olvido puede acarrear posteriores problemas.
Debajo del nombre del difunto puede hacerse constar la edad y el lugar de fallecimiento, así como la profesión o el cargo que ocupaba. Si sus títulos y honores son muchos, se pondrán solo los más destacados o aquellas por los que hubiera sentido predilección. En la esquela se anunciará también el lugar donde se instale la capilla ardiente y del funeral y el entierro con sus horarios.
Una costumbre que comienza a arraigar es la de proceder al entierro lo antes posible, dejando el funeral para un día o dos más tarde cuando la familia se encuentre con más fuerzas. En este caso, o que se anuncia en la esquela es el funeral, haciendo constar que el entierro ya se celebró. Otra forma de preservar la intimidad de la familia en el tiempo más próximo a la muerte es la de incluir en la esquela la frase “la familia no recibe”.
Si el fallecido ocupaba un puesto profesional importante o destacado por alguna circunstancia, su empresa puede insertar en a prensa otra esquela, en la que no habrá mención a los familiares del difunto, sino que simplemente expresará la condolencia de la compañía. Si esta organiza además un oficio religioso, tendrá que ser posterior al funeral familiar.
Dada la lógica sensibilidad que existe ante estos temas, las empresas deberán tener un especial cuidado y establecer unas normas fijas, de manera que si publican una esquela a la muerte de un empleado, todos los del mismo rango habrán de recibir igual tratamiento cuando fallezcan.