La gran mayoría de los nacimientos tiene lugar hoy en día en clínicas y hospitales, donde existe una completa organización sanitaria dispuesta para atender cualquier tipo de imprevistos. Junto con el padre de la criatura, algunas veces otros miembros de la familia más directa aguardan la feliz noticia en el mismo centro sanitario. En cualquier caso, es el padre quien debe telefonear a los parientes más próximos y a los amigos íntimos para informarles del nacimiento una vez que este se ha producido. Excepto familiares y personas muy allegadas nadie más debería personarse en la clínica. Aunque el parto haya sido fácil y sin complicaciones, lo prudente es esperar dos o tres días, y ello teniendo en cuenta que las visitas al hospital sólo son aconsejables si la madre va a permanecer más de una semana ingresada.
Los amigos y familiares no inmediatos esperarán a que madre e hijo estén en casa, y antes de efectuar la visita, habrán de preguntar por la hora más conveniente. Recibida la noticia del alumbramiento, lo correcto es interesarse telefónicamente por el estado de la madre y del niño; si la llamada se hace a la propia clínica, no se debe insistir en hablar con la madre ya que es probable que le resulte molesto atender todas las llamadas que reciba o quizá ese momento no sea el oportuno para hacerlo también se puede enviar un telegrama de felicitación y un ramo de flores, pero si la estancia en la clínica va a ser corta, o si se sabe que la habitación es compartida, habrá que tener especial cuidado en que el arreglo floral no sea de un tamaño excesivo ni las flores muy aromáticas. De todas formas, siempre será mejor enviar las flores al domicilio, de manera que cuando la nueva madre llegue a casa, se las encuentre en su hogar.
Como es inevitable que se produzcan algunas visitas, la mujer que vaya a dar a luz, además de tener preparada la canastilla del niño, con sus primeras prendas de ropa y sus útiles de aseo, llevará a la clínica cuanto necesite para, dentro de las circunstancias, mostrar ella misma un buen aspecto. Ahora bien, no procede que reciba a las visitas maquillada, perfumada (salvo con una colonia fresca) ni con más joyas que las que use diariamente. Para estos casos lo adecuado son una bata y unas zapatillas, elegidos con mimo y sin que muestren una imagen de excesiva intimidad.
Con las visitas que acudan al hospital, la madre no se extenderá en explicaciones detalladas sobre el parto ni sobre su experiencia. Por su parte, los visitantes no prolongarán su estancia en la habitación, salvo que así se lo pidan expresamente, pues lo que necesita la parturienta es descanso. Si el personal sanitario entra para prestar alguna atención a la madre y, sobre todo, si coincide con el momento de dar la toma al niño, la visita expresará su intención de salir y sólo permanecerá en la habitación si así se lo indican muy claramente. Solo las personas de extrema confianza, y más aun si se trata de un hombre, se quedarán en la habitación si la madre va a dar el pecho al recién nacido.
Los amigos y familiares no inmediatos esperarán a que madre e hijo estén en casa, y antes de efectuar la visita, habrán de preguntar por la hora más conveniente. Recibida la noticia del alumbramiento, lo correcto es interesarse telefónicamente por el estado de la madre y del niño; si la llamada se hace a la propia clínica, no se debe insistir en hablar con la madre ya que es probable que le resulte molesto atender todas las llamadas que reciba o quizá ese momento no sea el oportuno para hacerlo también se puede enviar un telegrama de felicitación y un ramo de flores, pero si la estancia en la clínica va a ser corta, o si se sabe que la habitación es compartida, habrá que tener especial cuidado en que el arreglo floral no sea de un tamaño excesivo ni las flores muy aromáticas. De todas formas, siempre será mejor enviar las flores al domicilio, de manera que cuando la nueva madre llegue a casa, se las encuentre en su hogar.
Como es inevitable que se produzcan algunas visitas, la mujer que vaya a dar a luz, además de tener preparada la canastilla del niño, con sus primeras prendas de ropa y sus útiles de aseo, llevará a la clínica cuanto necesite para, dentro de las circunstancias, mostrar ella misma un buen aspecto. Ahora bien, no procede que reciba a las visitas maquillada, perfumada (salvo con una colonia fresca) ni con más joyas que las que use diariamente. Para estos casos lo adecuado son una bata y unas zapatillas, elegidos con mimo y sin que muestren una imagen de excesiva intimidad.
Con las visitas que acudan al hospital, la madre no se extenderá en explicaciones detalladas sobre el parto ni sobre su experiencia. Por su parte, los visitantes no prolongarán su estancia en la habitación, salvo que así se lo pidan expresamente, pues lo que necesita la parturienta es descanso. Si el personal sanitario entra para prestar alguna atención a la madre y, sobre todo, si coincide con el momento de dar la toma al niño, la visita expresará su intención de salir y sólo permanecerá en la habitación si así se lo indican muy claramente. Solo las personas de extrema confianza, y más aun si se trata de un hombre, se quedarán en la habitación si la madre va a dar el pecho al recién nacido.