sábado, 9 de enero de 2010

EL ARTE DE REGALAR

Saber hacer regalos es todo un arte para el que se requiere, además de un espíritu altruista y generoso, intuición y sensibilidad. Ciertamente resulta difícil establecer normas en un terreno subjetivo como este, en el que inciden circunstancias tan personales como la relación que une al que ofrece el regalo con quien lo recibe, o los gustos particulares de este último.

Sin embargo, existen unas pautas generales que nos pueden ayudar a lograr un efecto más favorable en la persona a quien se dirige el obsequio. La principal recomendación es la de esforzarse en descubrir sus gustos de un modo discreto e indirecto, aprovechando o provocando conversaciones casuales. Un buen observador lo hará con cierta facilidad. El objetivo es averiguar las preferencias del destinatario de nuestro obsequio, saber qué es lo que le causaría una mayor ilusión, sin preguntárselo abiertamente y sin revelar nuestras intenciones. Sólo con eso le habremos demostrado, cuando reciba el presente, que nos ha preocupado su satisfacción y que hemos intentado contentarle, en ello radica una de las más apreciadas virtudes del regalo. Las personas que tiene una afición determinada (la música, la jardinería, etc.) nos lo ponen más fácil.