El anfitrión será previsor, calculara bien el tiempo y lo tendrá todo dispuesto media hora antes del momento convenido, para que no le cojan por sorpresa o desprevenido los primeros en llegar.
Cuando los invitados llegan y el timbre suena, todo el interior de la casa estará preparado para atenderlos del mejor modo posible. Si es invierno o llueve, piense que acudirán con abrigos y paraguas: reserve lugares adecuados para guardarlos, ya que la experiencia nos demuestra que muchas veces las gabardinas terminan encima de las camas y los paraguas en la bañera.
Si es usted el invitado, esfuércese en ser puntual. Si surge algún problema o contratiempo que le impida llegar a la hora, avise por teléfono del previsible retraso. No se conforme con excusar su tardanza culpando al tráfico; la aglomeración de vehículos a determinadas horas y en determinados lugares también debe ser tenida en cuenta al prepararse para salir.
Si los anfitriones son una pareja, uno de ellos recogerá las prendas de abrigo del invitado mientras que el otro se ocupa de introducir al recién llegado en el salón. Y una observación fundamental: aunque se trate de su propia casa, y la comida o cena no sea demasiado formal, no reciba vestido con prendas deportivas (chándal) o calzando zapatillas. No confundamos, por favor, la comodidad con la dejadez ni la confianza con la descortesía.
Cuando los invitados llegan y el timbre suena, todo el interior de la casa estará preparado para atenderlos del mejor modo posible. Si es invierno o llueve, piense que acudirán con abrigos y paraguas: reserve lugares adecuados para guardarlos, ya que la experiencia nos demuestra que muchas veces las gabardinas terminan encima de las camas y los paraguas en la bañera.
Si es usted el invitado, esfuércese en ser puntual. Si surge algún problema o contratiempo que le impida llegar a la hora, avise por teléfono del previsible retraso. No se conforme con excusar su tardanza culpando al tráfico; la aglomeración de vehículos a determinadas horas y en determinados lugares también debe ser tenida en cuenta al prepararse para salir.
Si los anfitriones son una pareja, uno de ellos recogerá las prendas de abrigo del invitado mientras que el otro se ocupa de introducir al recién llegado en el salón. Y una observación fundamental: aunque se trate de su propia casa, y la comida o cena no sea demasiado formal, no reciba vestido con prendas deportivas (chándal) o calzando zapatillas. No confundamos, por favor, la comodidad con la dejadez ni la confianza con la descortesía.