No imponer los niños a los invitados es otro detalle que siempre tendrá en cuenta el buen anfitrión, aunque, por supuesto, tampoco se trata de esconder a los pequeños. Según las edades de estos, se graduará su aparición en la visita. Si la edad, la circunstancias o la hora de reunión así lo recomiendan, quizá haya que optar porque su presencia sea mínima y se limiten a saludar a los invitados retirándose a continuación.
De ofrecerse una comida a los invitados, caben distintas opciones con los niños: servirles antes, servirles aparte o sumarlos al ágape con los mayores. En este último supuesto, los niños no tienen por qué participar en la sobremesa, pero deben pedir permiso para abandonar la mesa, costumbre que, por cierto, se les ha de exigir también a diario.
De ofrecerse una comida a los invitados, caben distintas opciones con los niños: servirles antes, servirles aparte o sumarlos al ágape con los mayores. En este último supuesto, los niños no tienen por qué participar en la sobremesa, pero deben pedir permiso para abandonar la mesa, costumbre que, por cierto, se les ha de exigir también a diario.