jueves, 23 de septiembre de 2010

HOTELES

El relativo anonimato y la transitoriedad que son propios a la estancia en un hotel no suponen que podamos olvidar las normas de convivencia y cortesía que se deben a quienes, igual que nosotros, se hospedan en el establecimiento así como a su personal.

Una de las normas básicas es la necesidad de respetar el mayor silencio posible a partir de determinadas horas para no molestar a los huéspedes que están durmiendo o descansando. Dada la proximidad de unas habitaciones con otras, si se utiliza la televisión, la radio o el hilo musical, se vigilará también que el volumen no sea excesivo. Tampoco se alborotará en los pasillos.

Aunque la limpieza de la habitación es responsabilidad del hotel, habremos de mantener la habitación en orden, cuidando de no dejar prendas intimas o efectos personales desperdigados. En el cuarto de baño, el hecho de que nos cambien las toallas no significa que podamos tirarlas al suelo. Antes de abandonar la habitación, comprobaremos que los grifos han quedado bien cerrados y las luces apagadas.