jueves, 23 de septiembre de 2010

TEATROS Y CINES

La puntualidad, siempre recomendable, se convierte en requisito imprescindible cuando acudimos a un espectáculo público en el que entrar con retraso pueda interrumpir y causar molestias al resto de los espectadores.

Lo correcto es acudir con antelación y ocupar nuestro asiento antes de que comience la función. En conciertos y representaciones de opera, es frecuente que los teatros impidan el paso a la sala a quienes llegan tarde, obligándoles a permanecer fuera hasta el entreacto.

En los asientos, rigen una vez más las reglas generales de cortesía. En palcos y plateas, los lugares delanteros se ceden a las mujeres, a las personas de más edad y aquellas con quienes queramos tener una deferencia. En butacas, la mujer ocupará el asiento situado a la derecha del hombre, que entrará tras ella en localidades pares, pero accederá a su asiento antes si se trata de localidades impares. En el caso de grupos, los asientos de los extremos serán ocupados por varones.

Puede ocurrir que estemos ya acomodados cuando lleguen espectadores que necesiten rebasar nuestro asiento para acceder al suyo. Los que llegan pedirán disculpas y harán un esfuerzo para estorbar lo menos posible; por su parte, quien ya está sentado facilitará el paso, incluso poniéndose de pie si ello fuera necesario.

Durante el concierto, la representación o la proyección de una película, se debe mantener un silencio absoluto, sin hacer comentarios que molesten a los demás. Procuraremos asimismo, no hacer continuos movimientos ni ruidos de ningún tipo.

Los aplausos

A la hora de los aplausos, el entusiasmo no debe estar reñido con la buena educación ni traducirse en alargada. En un concierto, no es difícil confundirse e iniciar las palmadas antes de que llegue el final de la interpretación; por ello, en caso de duda, es mejor esperar a los demás. Si la ovación se prolonga y el intérprete o intérpretes deciden ofrecer un “bis” o pieza de propina, los espectadores volverán a tomar asiento y a guardar silencio.

En la ópera, el ballet y el teatro, si la representación lo merece, es habitual que los aplausos se prolonguen para que vayan saliendo a escena y saludando a la ovación todos los componentes de la compañía o grupo. En los proyectos de cine, salvo rarísimas excepciones, los aplausos sólo proceden cuando el director o algunos de los intérpretes están en la sala, por ejemplo, si se trata de un estreno o una sesión especial.