miércoles, 22 de septiembre de 2010

LA SALIDA DE LA IGLESIA

Los esposos salen de la iglesia caminando lentamente mientras suena de nuevo la marcha nupcial, en este caso la más brillante y alegre del “Sueño de una noche de verano” escrita por Félix Mendelssohn en 1826.

Para la salida del templo, el novio ofrece su brazo a la novia, comenzando ambos a caminar por la nave hacia la salida, sonriendo a los reunidos (pero sin saludarles con la mano ni hablarles). En el caso más usual de que sean los padrinos, siguen a los recién casados el padre de la novia, dando el brazo a la madre del novio, y el padre del novio dando el brazo a la madre de la novia.

Hasta que finalice el desfile de salida los invitados no deberían abandonar el templo y, en su momento, lo correcto es que lo hagan por los pasillos laterales y no por el central. En la práctica, como el trámite de la firma en el registro puede demorarse, es frecuente que los invitados salgan a esperar a los novios a la puerta de la iglesia. Allí se producirá la inevitable lluvia de arroz, que en otro tiempo era de trigo (en ambos casos es un símbolo de fertilidad). Tras recibir las felicitaciones de los presentes, los recién casados se dirigirán hacia su coche y serán los primeros en abandonar el lugar.