miércoles, 22 de septiembre de 2010

LA PROMESA DE MATRIMONIO

La terminología cotidiana es uno de los índices que permiten juzgar con mayor nitidez la mudanza de los comportamientos sociales. No se suele hablar en estos tiempos de “mi prometida” o “mi prometido”, pero si se habla todavía de novios y de noviazgo. En cierto modo se podría decir que los esponsales surgen espontáneamente cuando dejamos de usar la expresión “mi amiga” o “mi amigo” para comenzar a decir "mi novia” o “mi novio”. Aunque ello no tiene por qué implicar una voluntad cierta de casamiento, pone de manifiesto al menos un vinculo afectivo muy superior al de la simple amistad.

El punto de partida de esta situación pre – matrimonial es, por tanto, la libre decisión de dos personas, que acuerdan unirse de un modo estable a través de un sacramento o un contrato civil. Hoy resulta obvio para todos que tal decisión compete al ámbito intimo y personal de la pareja, pero la historia nos demuestra que no siempre ha sido así. Durante mucho tiempo la decisión de contraer matrimonio era totalmente ajena a los futuros conyugues: correspondía tan trascendente acuerdo a los padres, en su condición de auténticos propietarios de la vida y el futuro de sus descendientes.

La promesa de matrimonio, ceremonia que se remonta a los tiempos bíblicos y que durante siglos fue considerada tan vinculante como el propio matrimonio, se llamaba antiguamente desposorio o esponsales. En esencia, consistía en la donación por pare del varón de un anillo a la mujer, en presencia de un sacerdote y de otros testigos. Aunque el desposorio podía quedar sin efecto por mutuo acuerdo su celebración pública era una promesa de matrimonio y de ahí el amplio anecdotario histórico de amantes frustrados que acudían a los tribunales en petición de desagravio.

Hoy en día el anuncio de compromiso matrimonial no es más que una promesa publica que se hacen mutuamente los miembros de una pareja afirmando así su intención de contraer matrimonio. Es, por tanto, la comunicación publica de un noviazgo ya existente. Puede decirse, sin temor al tópico, que los noviazgos ya no son lo que eran. En tiempos no demasiado lejanos, las declaraciones de amor únicamente se hacían por escrito, vendiéndose incluso unos modelos de cartas para que fuesen utilizados por aquellos que no supiesen escribir sobre tan delicada cuestión