sábado, 12 de septiembre de 2009

CÓMO SE HACEN LAS PRESENTACIONES

Una de las reglas de cortesía más clásicas, muy arraigada en los países anglosajones, es la que no permite hablar con aquellas personas que previamente no nos hayan sido presentadas. Pues bien, a pesar de que la mayoría de las convenciones sociales se ha relajado notablemente en los últimos tiempos, y ésta entre ellas, aun hoy es inusual que nos atrevamos a dirigirnos a alguien con quien no hayamos intercambiado el primer saludo.

Es comúnmente aceptado que la relación social entre dos personas suele comenzar por la presentación hecha a través de una tercera, conocida de ambas. Una anécdota que en realidad es una broma, cuenta la situación vivida por dos náufragos británicos que llegaron a nado a una isla desierta, y convivieron en ella durante varios meses sin dirigirse la palabra, ¡pues no habían sido presentados por nadie!

El valor de la presentación como medio de acceso a alguien queda también patente cuando un amigo nos pide encarecidamente que le presentemos a “fulanito”, a quien tiene gran interés en conocer, por saber que gozamos de una buena relación con él.

El primero de los deberes del anfitrión en cualquier almuerzo, cóctel o reunión social es el de presentar entre sí a todos los invitados que no se conozcan. No es infrecuente el tipo de persona tímida e introvertida que se siente sola y perdida en las fiestas al no conocer a los demás invitados y carecer de valor para presentarse por sí misma. Un buen anfitrión deberá evitar esto siempre.

Pero la obligación de hacer las presentaciones no se refiere sólo a los actos sociales sino que rige en cualquier encuentro fortuito, hasta en la misma calle, en un transporte publico, en la playa etc. Si nos detenemos a saludar a alguien yendo en compañía de un tercero que no conozca a aquél. Prácticamente en el mismo instante de saludar a la persona a quien hemos encontrado ya nos daremos cuenta si ella y nuestro acompañante son conocidos (si se saludan también de manera espontáneas) o si no lo son (si permanecen en silencio y un poco retirados); en este caso, y sin la menor dilación, antes de proseguir en la charla, procederemos a hacer presentación de acuerdo con las normas que después se dirán.

Incluso en una situación dudosa, si no sabemos con seguridad si se conocen, le preguntaremos abiertamente. “perdón, no sé si ya os conocéis”. No presentar a dos amigos nuestros que no se conozcan entre ellos, dejándoles al margen de la conversación y en situación desairada, es una muestra de descortesía hacia ambos. Estarán molestos y violentos y, lógicamente, el responsable es quien podía y tenía que haberlos presentado