sábado, 12 de septiembre de 2009

LOS NIÑOS

Aunque su actividad diaria se desenvuelve casi siempre en un entorno en el que están rodeados de su familia, compañeros y amigos, los niños también participan esporádicamente de momentos de vida social en un círculo más amplio. Y si la infancia es, como ninguna otra, la edad del aprendizaje, estas ocasiones son las mejores para que aprendan las reglas básicas de las relaciones humanas.

Hay que decir, en primer lugar, que la presencia de niños no debe ser nunca una imposición, ni para ellos ni para los demás. Su asistencia a actos oficiales o ceremonias publicas ha de quedar restringida a aquellos casos en que las circunstancias lo hagan estrictamente necesario. De cualquier forma, se evitará que un niño acuda as un lugar en el que haya de permanecer largo tiempo en silencio o donde no pueda moverse.

Al presentar a un niño, la fórmula más adecuada es simplemente decir su nombre, mencionando además el parentesco o relación que tiene con la persona que lo presenta o acompaña. Es conveniente enseñar a los niños a tratar de usted a las personas mayores

Cuando a un adulto le es presentado un niño, si este reacciona espontáneamente dando la mano o un beso, es más oportuno evitarle situaciones embarazosas saludándole sólo con una frase lo más sencilla posible “hola”, “¿Cómo estás?”.

Si el niño ya está dejando de serlo, y se inicia una conversación, el adulto la dirigirá manteniéndola dentro de los límites lógicos de la sencillez y la naturalidad. Los padres le habrán enseñado a contestar con corrección a lo que se le pregunte, y a no interrumpir a los mayores.

Cuando se celebra una reunión social en un domicilio, los niños no participarán en ella pero sí es oportuno que saluden brevemente a los invitados, bien al principio (por ejemplo, en el aperitivo) o al final (con el café). En el caso de una cena, es correcto que acudan a dar las buenas noches antes de que los comensales tomen asiento.