sábado, 12 de septiembre de 2009

EL TUTEO

Una de las dudas más habituales y cotidianas para cualquier persona es la del tratamiento que se debe dispensar a otras a las que sea preciso dirigirse verbalmente, en especial en los primeros encuentros. ¿De “tú” o de “usted”? hay opiniones para todos los gustos: unos consideran que se debe generalizarse el tuteo, salvo en casos extremos, pues facilita la confianza y accesibilidad entre quienes se hablan, mientras que el “usted” coarta y enfría la conversación; otros, en cambio, creen que el “usted” ha de ser la regla general, por exigirlo así las buenas maneras, quedando el tuteo restringido a circunstancias muy concretas y particulares.

Es cierto que el “usted” implica distancia pero, sobre todo, es una demostración de respeto. Tutear a alguien que espera ser tratado de “usted2 es ofenderlo. Aunque la frontera que delimita el uso de una i otra fórmula es cada vez más difusa. Se propone utilizar el “usted” con las siguientes personas:

- Aquellas a quienes no conozca o le acaben de ser presentadas.

- Quienes tengan una edad claramente superior a la suya.

- Quienes le merezcan un especial respeto por su categoría social o profesional.

- Aquellas que estén obligadas a contestarle de “usted”: camareros, taxistas o empleados del servicio domestico. Es de muy escasa educación tutear a estas personas que, por razón de la tarea que desempeñan, no pueden hacer lo mismo con nosotros sino que tiene que hablarnos utilizando el “usted”.

La prudencia recomienda pecar de exceso de educación antes que atribuirnos confianzas que nadie nos ha concedido. En caso de duda, siempre se cumple recurriendo al “usted”. Mientras que para descender a un nivel más coloquial hay tiempo en cualquier conversación, la inversa resulta muy difícil sin pagar el precio de una enojosa reprobación. Considere el bochorno que sufriría si, ante su exhibición de confianza, su interlocutor le replica: “¿acaso le he autorizado yo a tutearme?”. Hay que generar un clima de confianza y cordialidad, pero hay que hacerlo de una manera consensuada y aceptada por ambos, si no es así, puede producirse el efecto contrario al pretendido.

De todos modos, también es cierto que en este tema los usos sociales han evolucionado con una gran rapidez y el tuteo hoy es algo habitual en situaciones en que antes resultaba impensable. En épocas no muy lejanas, los hijos trataban de “usted” a sus padres durante toda la vida, mientras que ahora incluso es frecuente que propongamos el tuteo si éste no nos es ofrecido por nuestro interlocutor: “¿Qué tal si nos tuteamos?”, “¿me permite que le trate de tú?”. Estas preguntas casi siempre son respondidas afirmativamente.

Ahora bien, debemos recordar que, en cualquier circunstancia, los preceptos de la etiqueta siguen concediendo a la mujer o a la persona de mayor edad o categoría el privilegio de proponer a los demás el paso al tuteo. Un inferior no osará sugerirlo a un superior con el que está hablando, mientras que la inversa es lógica y aceptable.

El tuteo inicial se admite como correcto en muy escasas ocasiones: con niños o jóvenes, cuando estando entre amigos nos presentan a otro, entre compañeros de trabajo 8aunque el recién llegado pedirá autorización para tutear a los veteranos)…

La cordialidad en el trato debe ser simétrica y concordante, prolongar una conversación en la que una persona trate a otra de “tú” y esta le siga respondiendo de “usted” es una escena forzada y que puede no terminar bien.

Se constata estadísticamente un hecho sintomático: una buena parte de los españoles prefiere, siempre que le sea posible, evitar el uso del “usted” en sus conversaciones con otras personas, ya que consideran que eso les sitúa en una posición de inmerecida inferioridad. Se tiende, pues, a confundir el respeto con la subordinación, error de juicio que debería ser superado.