viernes, 16 de octubre de 2009

CAMISAS

Fue también en Gran Bretaña donde, en 1871, un fabricante registró el primer diseño de camisa abierto de arriba abajo en su delantero, para poder abrocharla, lo que suponía una innovación frente a los modelos anteriores que se introducían por la cabeza como si fueran camisetas.

De tela fina y lavable, la camisa que se lleva con chaqueta o traje debe ser de mangas largas y con puños. Los modelos informales tiene algunas características que los distinguen: dobladillo de la abertura delantera con una tira pespunteada que forma una especie de jareta, cuellos sujetos con botones, uno o varios bolsillos, etc. Una camisa seria no lleva pespuntes, botones en los cuellos ni bolsillos.

Aunque en la actualidad muchas camisas llevan los bajos delanteros y trasero cortados a la misma altura, en los modelos más tradicionales la espalda (que arriba lleva canesú) acaba en un generoso faldón.

El cuello más usual es el vuelto, con las puntas solo ligeramente separadas y de una longitud muy comedida. La tela es más rígida en el cuello, sobre todo cuando está previsto para llevar con corbata. Algunas camisas se acompañan con pequeñas paletas de plástico, de poner y quitar, para endurecer los cuellos.

Los pliegues del remate de las mangas son uno de los detalles donde se percibe la buena confección de una camisa. Los puños se abrochan con un botón y, en los modelos más formales, con gemelos, en cuyo caso sólo llevarán un ojal en cada extremo.

Las tallas de las camisas masculinas confeccionadas industrialmente se mide por la anchura del cuello, lo que, debido a las diferencias de constitución física de las personas, provoca algunos desajustes molestos.

Para evitarlo, existen firmas que hacen distintos largos de manga por cada talla de cuello. En los últimos años empiezan a proliferar establecimientos donde se hacen camisas a medida a precios muy asequibles, lo que es un forma de evitar el mal efecto que supone para el aspecto de un caballero llevar unas mangas demasiado cortas o largas, o un cuello manifiestamente ancho.

El tejido más común y cómodo es el popelín, preferiblemente blanco o crema para los trajes, aunque también se admiten otros colores siempre que sean muy suaves y claros. En los atuendos menos formales se utilizan las rayas, tan difundidas hoy en día que se han convertido en un clásico de la camisería. La regla clásica establece que la camisa ha de ser más clara que el traje, y la corbata más oscura que la camisa. Los cuadros solo se permiten en un atuendo formal si son muy pequeños o muy claros, en colores bajos y poco perceptibles. Al contrario, la típica camisa de sport es la que lleva cuadros gruesos, marcados y muy visibles.

Las mujeres pueden emplear las mismas camisas que los caballeros, y tiene además a su disposición una amplísima oferta de blusas, con toda clase de formas, tejidos y adornos. Los materiales y diseños de los botones son también muy diversos. La seda es uno de los tejidos típicos en las camisas femeninas.

Un detalle practico e importante es que la tela de las camisas tenga cierta opacidad y no permita ver las prendas interiores, que en sui caso, se lleven debajo. Aunque en las pasarelas de alta costura abunden las denominadas “transparencias”, lo cierto es que no se utilizan en la vida normal y de ninguna forma son prendas para una ocasión solemne.

Un último consejo de uso: la camisa, que es una prenda que se cambia todos los días, ha de estar impecablemente planchada. Una camisa, en especial si es “de vestir”, no parece más juvenil y deportiva si se lleva sin planchar, simplemente demostrara que quien la lleva es una persona descuidada y con escaso aprecio por sí misma.