En la gran mayoría de las situaciones sociales, la sonrisa es una señal con un contenido fuerte y positivo. Por supuesto, también existen sonrisas que denotan inseguridad, engaño e incluso amenaza. Hay sonrisas sarcásticas, burlonas, cariñosas, comerciales… el panorama es aún más amplio, pues este es un gesto cuya gama de posibles intensidades oscila desde la sonrisa breve y tímida hasta la risa abierta o la carcajada sonora.
Es obvio que no siempre resulta correcto emplear las formas más fuertes de sonrisa, sino que habrá que utilizar la que sea más apropiada para cada ocasión. Sonreír inadecuadamente puede crear una impresión tan negativa como no sonreír en absoluto. El sentido de la medida será el que aconseje el estilo adecuado para resolver cada situación, aunque si podemos decir que en las primeras conversaciones son preferibles sonrisas discretas y sencillas. La verdadera sonrisa de acogida amistosa es la que se transmite “con los ojos”. La mayoría de las personas devuelven la sonrisa de saludo y probablemente, los encuentros duraran más de lo que hubiera durado sin ella. La razón evidente: todos tendemos a prolongar las actividades placenteras y a abreviar las desagradables.
A la gente que sonríe se la considera más atractiva que a la que no sonríe. Además, estas personas tiene una credibilidad mucho mayor que la de quienes no muestran expresión facial alguna.
La sonrisa es uno de los fundamentos de la conducta cortés, es contagiosa, levanta el ánimo y es un amortiguador importante frente a la agresión.
La risa es un atributo del ser humano que denota un trato cordial y espontaneo y abre vías de comunicación. Sin embargo, es una manifestación que hay que moderar y ejercer con prudencia. Está bien reírse en una reunión informal, pero en una oficial, si alguien dice algo gracioso es mejor sonreír con discreción, pues las carcajadas ruidosas pueden considerarse fuera de lugar, pudiendo además derivar en molestos ataques de tos.
Algunas personas se ríen nerviosamente a menudo, sin darse cuenta o cuando se sienten incomodas, en un gesto que puede resultar de difícil control. Dado que una risa inoportuna puede tener un efecto devastador, en estos casos es conveniente respirar hondo y pausadamente y hacer un esfuerzo por desviar la atención del problema hasta dominar la situación.
La sonrisa ayuda a dar una bella expresión al rostro, pero debe ser franca, nunca equivoca. Una sonrisa reprimida puede suscitar desconfianza y ser interpretada como una crítica irónica. Sonría como quien extiende una mano amistosa y no se siente capaz de ello, antes de ofrecer un gesto forzado que acabará por notarse, sustituya esa sonrisa por una palabra amable.
Es obvio que no siempre resulta correcto emplear las formas más fuertes de sonrisa, sino que habrá que utilizar la que sea más apropiada para cada ocasión. Sonreír inadecuadamente puede crear una impresión tan negativa como no sonreír en absoluto. El sentido de la medida será el que aconseje el estilo adecuado para resolver cada situación, aunque si podemos decir que en las primeras conversaciones son preferibles sonrisas discretas y sencillas. La verdadera sonrisa de acogida amistosa es la que se transmite “con los ojos”. La mayoría de las personas devuelven la sonrisa de saludo y probablemente, los encuentros duraran más de lo que hubiera durado sin ella. La razón evidente: todos tendemos a prolongar las actividades placenteras y a abreviar las desagradables.
A la gente que sonríe se la considera más atractiva que a la que no sonríe. Además, estas personas tiene una credibilidad mucho mayor que la de quienes no muestran expresión facial alguna.
La sonrisa es uno de los fundamentos de la conducta cortés, es contagiosa, levanta el ánimo y es un amortiguador importante frente a la agresión.
La risa es un atributo del ser humano que denota un trato cordial y espontaneo y abre vías de comunicación. Sin embargo, es una manifestación que hay que moderar y ejercer con prudencia. Está bien reírse en una reunión informal, pero en una oficial, si alguien dice algo gracioso es mejor sonreír con discreción, pues las carcajadas ruidosas pueden considerarse fuera de lugar, pudiendo además derivar en molestos ataques de tos.
Algunas personas se ríen nerviosamente a menudo, sin darse cuenta o cuando se sienten incomodas, en un gesto que puede resultar de difícil control. Dado que una risa inoportuna puede tener un efecto devastador, en estos casos es conveniente respirar hondo y pausadamente y hacer un esfuerzo por desviar la atención del problema hasta dominar la situación.
La sonrisa ayuda a dar una bella expresión al rostro, pero debe ser franca, nunca equivoca. Una sonrisa reprimida puede suscitar desconfianza y ser interpretada como una crítica irónica. Sonría como quien extiende una mano amistosa y no se siente capaz de ello, antes de ofrecer un gesto forzado que acabará por notarse, sustituya esa sonrisa por una palabra amable.