Un sentido básico del saber estar nos indica que hay que vestirse de acuerdo a las circunstancias de cada ocasión. No es lo mismo acudir a una cena de gala ofrecida por una institución oficial que viajar un fin de semana al campo con un grupo de amigos.
Veamos algunas normas prácticas de carácter general:
- La oportunidad o inoportunidad de nuestra ropa transmitirá un mensaje de adaptación o inadaptación social. Quien acude a un lugar correctamente vestido manifiesta soltura y seguridad en sí mismo.
- Lo más importante es vestirse de acuerdo a la impresión que queramos transmitir. Todas las prendas llevan implícita alguna intención, sepamos escoger la que responda a nuestros deseos.
- Conviene que nuestro vestuario sea el más adecuado a la edad que tenemos y a las características de nuestra figura. Tenga en cuenta que no todos los modelos, diseños o colores están pensados para usted.
- Es preferible no llamar la atención y recurrir a colores más bien neutros y líneas sobrias. Así tendrá muchas más posibilidades de acertar.
- En ambientes de trabajo no se lleva vestuario informal, salvo que este sea precisamente el estilo de la empresa (lo que sucede en raras ocasiones). Casi siempre lo adecuado es mostrar una imagen neutra, prudente, incluso hasta cierto punto conservadora. Un trabajador no ha de ir a la oficina con un aspecto que llame la atención.
- Todos los complementos y detalles deben armonizar con el conjunto. No eche a perder un traje correctamente combinado con accesorios mal escogidos.
- En cuestión de colores, ante la menor duda, opte siempre por combinaciones clásicas y recuerde que está comúnmente aceptada una gradación según la cual los tonos más claros son apropiados para la mañana, los intermedios para el mediodía y la tarde, y los oscuros para la noche. Por lo general, según avanza el día, la ropa oscurece y se hace más formal.
- Si la invitación que recibe para un acto no indica el grado de formalidad requerido en el vestuario, llame y pregúntelo. Será preferible a presentarse en un lugar con exceso o defecto de etiqueta.
Veamos algunas normas prácticas de carácter general:
- La oportunidad o inoportunidad de nuestra ropa transmitirá un mensaje de adaptación o inadaptación social. Quien acude a un lugar correctamente vestido manifiesta soltura y seguridad en sí mismo.
- Lo más importante es vestirse de acuerdo a la impresión que queramos transmitir. Todas las prendas llevan implícita alguna intención, sepamos escoger la que responda a nuestros deseos.
- Conviene que nuestro vestuario sea el más adecuado a la edad que tenemos y a las características de nuestra figura. Tenga en cuenta que no todos los modelos, diseños o colores están pensados para usted.
- Es preferible no llamar la atención y recurrir a colores más bien neutros y líneas sobrias. Así tendrá muchas más posibilidades de acertar.
- En ambientes de trabajo no se lleva vestuario informal, salvo que este sea precisamente el estilo de la empresa (lo que sucede en raras ocasiones). Casi siempre lo adecuado es mostrar una imagen neutra, prudente, incluso hasta cierto punto conservadora. Un trabajador no ha de ir a la oficina con un aspecto que llame la atención.
- Todos los complementos y detalles deben armonizar con el conjunto. No eche a perder un traje correctamente combinado con accesorios mal escogidos.
- En cuestión de colores, ante la menor duda, opte siempre por combinaciones clásicas y recuerde que está comúnmente aceptada una gradación según la cual los tonos más claros son apropiados para la mañana, los intermedios para el mediodía y la tarde, y los oscuros para la noche. Por lo general, según avanza el día, la ropa oscurece y se hace más formal.
- Si la invitación que recibe para un acto no indica el grado de formalidad requerido en el vestuario, llame y pregúntelo. Será preferible a presentarse en un lugar con exceso o defecto de etiqueta.