domingo, 18 de octubre de 2009

ETIQUETA FEMENINA

Aunque en 1970 Yves Saint Laurent lanzó como símbolo de sofisticación el esmoquin femenino, lo cierto es que el atuendo de etiqueta de la mujer se basa simplemente en el uso de vestidos de corte clásico, con los tejidos enriquecidos al máximo (a veces se cubren incluso con pedrería) la longitud prolongada hasta los pies y, a menudo, con escotes de gran amplitud.

El negro que en 1949 Cristóbal Balenciaga difundió como el tono de la elegancia, es también en el vestuario femenino de etiqueta un color seguro, pero no exclusivo.

Si para un acto determinado la tarjeta de invitación exige “corbata blanca” ello significa que, además de vestir frac los caballeros, las mujeres habrán de acudir con vestido largo (lo que además se llama “traje de noche”).

El vestido de coctel es bastante corto (llega hasta la rodilla o unos centímetros más abajo), y se confecciona con telas nobles y ligeras como la seda, el terciopelo, el satén o la lana poco pesada. Dependiendo de los diseños, puede estar bordado con adornos delicados y muchas veces deja al descubierto brazos y hombros. Inevitablemente tiene un regusto a la estética de los años veinte, época en que fue concebido. Es apropiado para actos diurnos o de media tarde, aunque en una cena ya resulta bastante habitual.

Con vestido largo, aunque las piernas estén cubiertas, las mujeres deben llevar medias. Y con cualquier clase de etiqueta, el bolso femenino no será de piel sino de un tejido (adornado o no con pedrería), de carey o metal.

Es excepcional un vestido de etiqueta femenina con pantalón o falda corta. De hecho, en una cena de gala no se verá ninguno.

Para asistir a ceremonias religiosas, los vestidos escotados y sin mangas se cubrirán con un chal, estola, echarpe o alguna otra prenda exterior. El echarpe es una pieza más larga que ancha, que se sujeta en los antebrazos dejándolo flojo a la espalda, o envolviendo el pecho y el cuello una vez en la calle. Un echarpe especial es el mantón, cuadrado y con flecos de considerable longitud, que se lleva doblado en pico y caído a partir de los hombros. El más popular es el bordado de la China que en España se conoce como mantón de Manila. Un buen mantón debe ser tan largo como para que, una vez doblado, cubra desde la cabeza hasta los pies, aunque también los hay de un tamaño menor, llamados mantoncillos y otros que se hacen ya con forma de pico.