Para mejorar la eficacia de los contactos con otras personas hay que partir de una ley fundamental: la que aconseja mantener una coherencia entre los tres canales de información que se utilizan al transmitir cualquier mensaje. La apariencia exterior, la voz (su tono y modulación) y las propias palabras pronunciadas son tres instrumentos que deben apoyarse entre sí. Cuando uno de ellos no está armonizado con el resto, el resultado puede ser un doble mensaje que sitúa al oyente en una difícil disyuntiva: la de creer en lo que se dijo o en como se dijo. Algunos estudios han demostrado que muchas personas tienden a creer más en la expresión corporal y en el tono de voz que en lo que se les dice.
Un buen ejemplo de la adecuación al medio lo suelen dar algunos políticos: sus palabras, pero también las inflexiones de su voz, los gestos y hasta la indumentaria si se van a entrevistar con un grupo de trabajadores, son bien distintos de los que escogen para defender su programa económico en una asociación de empresarios.
Un buen ejemplo de la adecuación al medio lo suelen dar algunos políticos: sus palabras, pero también las inflexiones de su voz, los gestos y hasta la indumentaria si se van a entrevistar con un grupo de trabajadores, son bien distintos de los que escogen para defender su programa económico en una asociación de empresarios.