viernes, 16 de octubre de 2009

LA FALDA

Hasta los años sesenta, la pieza exterior más característica del vestuario femenino y exclusiva de este sexo en la cultura occidental, fue la falda, prenda que cae desde la cintura (a veces ligeramente desplazada hacia la cadera) y con más o menos vuelo se alarga hasta una longitud que hoy en día se sitúa en torno a la rodilla. Dependiendo del momento, la moda difunde diferentes largos que oscilan entre la minifalda y la que se conoce como maxifalda.

La falda recta (que, para ser cómoda, sobre todo si el largo es apreciable, ha de llevar abertura posterior) es la más difundida. Pero existen muchas variedades: hay faldas fruncidas, acampanadas y plisadas. Uno de los más conocidos modelos plisados es la falda escocesa, con sus típicos cuadros; este es un diseño más bien juvenil y nunca formal.

Los conjuntos femeninos más serios son los que combinan chaqueta y falda, y los vestidos de gala son, asimismo, prendas que básicamente consisten en una falda larga.