Muy ajustados en sus inicios, los pantalones masculinos se confeccionan desde hace ya mucho tiempo con una anchura que los adapta al cuerpo, siendo más anchos en las caderas y estrechándose según bajan hacia el tobillo, donde se cortan de forma que rebasen ligeramente los dos tercios del largo del zapato. Pero atención. ¡que no arrastren ni se puedan pisar!
En el delantero el pantalón puede ser liso o con pinzas, que en una prenda tradicional serán sólo dos: una coincidiendo con la raya y la otra entre aquella y el bolsillo. En la actualidad como casi todos los pantalones se sujetan con cinturón, han de llevar las oportunas trabillas.
Una vez puestos, los pantalones han de marcar limpiamente la raya, que romperá encima del zapato. Si se lleva vuelta en el bajo, esta deberá ir en paralelo al suelo, mientras que si no la llevan el bajo hará una mínima desviación oblicua de manera que por detrás sea un poco más largo. El pantalón cubrirá levemente el zapato y no dejara mostrar los calcetines mientras se permanezca de pie.
Al principio los bolsillos se situaban en horizontal bajo la cintura, pero poco a poco su posición fue cambiando hacia la vertical u oblicua y su lugar hacia los costados, además de añadirse un tercero en la parte trasera. De los primeros bolsillos horizontales sólo queda, algunas veces, uno pequeño bajo la parte delantera de la cintura. Suele decirse que un pantalón bien confeccionado es aquel que cuando la persona está de pie, no deja ver el forro de los bolsillos.
Los tejidos de los pantalones conviene que sean ligeros y flexibles. La pana solo se admite para el vestuario informal.
El pantalón femenino
Las mujeres han adoptado hace años esta prenda como una de las habituales en su vestuario, incluso con modelos idénticos a los masculinos. Por lo general, sin embargo, el pantalón femenino presenta algunas peculiaridades: ausencia del bolsillo trasero y del pequeño delantero, mayor longitud de tiro, menor anchura del bajo, etc.
El pantalón femenino puede llegar a ser muy ceñido y lleva con cierta frecuencia cremallera o cierre en uno de los costados. Pese a su gran uso como traje de calle, el pantalón de vestir femenino no está muy admitido, más que en contadas ocasiones, como parte de un vestuario clásico para una circunstancia formal.
En el delantero el pantalón puede ser liso o con pinzas, que en una prenda tradicional serán sólo dos: una coincidiendo con la raya y la otra entre aquella y el bolsillo. En la actualidad como casi todos los pantalones se sujetan con cinturón, han de llevar las oportunas trabillas.
Una vez puestos, los pantalones han de marcar limpiamente la raya, que romperá encima del zapato. Si se lleva vuelta en el bajo, esta deberá ir en paralelo al suelo, mientras que si no la llevan el bajo hará una mínima desviación oblicua de manera que por detrás sea un poco más largo. El pantalón cubrirá levemente el zapato y no dejara mostrar los calcetines mientras se permanezca de pie.
Al principio los bolsillos se situaban en horizontal bajo la cintura, pero poco a poco su posición fue cambiando hacia la vertical u oblicua y su lugar hacia los costados, además de añadirse un tercero en la parte trasera. De los primeros bolsillos horizontales sólo queda, algunas veces, uno pequeño bajo la parte delantera de la cintura. Suele decirse que un pantalón bien confeccionado es aquel que cuando la persona está de pie, no deja ver el forro de los bolsillos.
Los tejidos de los pantalones conviene que sean ligeros y flexibles. La pana solo se admite para el vestuario informal.
El pantalón femenino
Las mujeres han adoptado hace años esta prenda como una de las habituales en su vestuario, incluso con modelos idénticos a los masculinos. Por lo general, sin embargo, el pantalón femenino presenta algunas peculiaridades: ausencia del bolsillo trasero y del pequeño delantero, mayor longitud de tiro, menor anchura del bajo, etc.
El pantalón femenino puede llegar a ser muy ceñido y lleva con cierta frecuencia cremallera o cierre en uno de los costados. Pese a su gran uso como traje de calle, el pantalón de vestir femenino no está muy admitido, más que en contadas ocasiones, como parte de un vestuario clásico para una circunstancia formal.