Se llama así a la ceremonia religiosa con la que la iglesia católica, se celebra por primera vez que uno de sus miembros participa en el sacramento de la Eucaristía. Aunque las costumbres varían de unos lugares a otros, lo habitual en España es que los niños lo hagan en torno a 9 años de edad, tras un periodo de catequesis.
El boato social que rodea las primeras comuniones hs ido en aumento en nuestro país, hasta el punto de motivar que los propios responsables eclesiásticos llamasen la atención recordando que lo importante de ese día es el sacramento que se administra y no la festividad civil que lo rodea.
Los padres serán, por tanto, los responsables de que los niños valoren el significado de la ceremonia sin que ello suponga, en modo alguno, dejar de lado la lógica ilusión por una fiesta en la que ellos son los protagonistas.
Es frecuente que la parroquia dicte unas normas generales en cuanto a vestuario u otros aspectos, que será preciso respetar. Si fuera necesario, puede tratarse alguna cuestión concreta con el párroco, pero no se harán delante de los niños comentarios críticos o despectivos sobre los preparativos.
Como las comuniones son en grupo, es probable que se hayan fijado reglas para los reportajes de fotografía o video que suelen grabarse, con el fin de evitar la formación de una nube de personas en torno al altar. Aténganse también a las instrucciones y, si lo desea, haga otras fotografías más personales a la salida del templo.
Vestuario de los niños
En vez de recurrir a modelos singulares o sofisticación, es más correcto emplear los vestidos tradicionales. En algunas ocasiones, el traje será el mismo que hayan utilizado anteriormente otros familiares, en cuyo caso requerirá ciertos arreglos con la anticipación necesaria. De tener que comprarlo, se encontrará con una amplia oferta en los establecimientos especializados.
Para las niñas existe un traje largo propio solo de esta ceremonia. El modelo más clásico es el de organza, con el cuerpo y la falda (muy fruncida) trabajados en lorzas. El traje se acompaña de un velo de tul sujeto con una capota o una corona de flores. Los zapatos son también blancos.
Los niños tiene varias posibilidades, siendo la mas frecuente el traje “de marinero”: pantalón y casaca blanca con el cuello azul marino. Pueden también, vestir un pantalón claro – beige o arena - , una camisa blanca, corbata y chaqueta azul marino tipo blaizer.
Los invitados han de tener presente que acuden a una ceremonia religiosa, absteniéndose de caer en exageraciones impropias: la primera comunión no es una boda en miniatura.
Aunque cada vez abunden más, están fuera de lugar las lujosas y multitudinarias celebraciones con grandes almuerzos de restaurante. Precisamente por su carácter familiar, las primeras comuniones no requieren invitaciones formales o impresas. Si se es costumbre impedir los llamados recordatorios, que son pequeñas cartulinas con una estampación religiosa alusiva al acontecimiento, bajo la que se graba el nombre del niño y la fecha y el lugar de su primera comunión. Deben imprimirse tantos recordatorios como invitados asistan a la fiesta y algunos más. Es el propio comulgante quien reparte estas tarjetas a la salida de la iglesia o durante la celebración posterior.
¿Regalos?
Es otro aspecto en el que se está tendiendo al exceso. En principio, no es necesario que los invitados a la ceremonia lleven un regalo para el niño. Pueden, por supuesto, hacerlo, y lo cierto es que cada vez se hacen más obsequios y de mayor valor. Existen incluso “listas de regalos” de primera comunión, como si se tratase de un enlace matrimonial. El consejo es que se desista de estas prácticas y se imprima sensatez a la celebración.
Si l e invitan a una primera comunión, pregunte a los padres del comulgante o a él mismo que desea como regalo o bien ofrézcale la elección entre varias posibilidades pensadas previamente por usted. Han de ser objetos de un precio moderado.
Los familiares más próximos pueden unirse para hacer un obsequio colectivo y más costoso, como una bicicleta o una cámara fotográfica.
El boato social que rodea las primeras comuniones hs ido en aumento en nuestro país, hasta el punto de motivar que los propios responsables eclesiásticos llamasen la atención recordando que lo importante de ese día es el sacramento que se administra y no la festividad civil que lo rodea.
Los padres serán, por tanto, los responsables de que los niños valoren el significado de la ceremonia sin que ello suponga, en modo alguno, dejar de lado la lógica ilusión por una fiesta en la que ellos son los protagonistas.
Es frecuente que la parroquia dicte unas normas generales en cuanto a vestuario u otros aspectos, que será preciso respetar. Si fuera necesario, puede tratarse alguna cuestión concreta con el párroco, pero no se harán delante de los niños comentarios críticos o despectivos sobre los preparativos.
Como las comuniones son en grupo, es probable que se hayan fijado reglas para los reportajes de fotografía o video que suelen grabarse, con el fin de evitar la formación de una nube de personas en torno al altar. Aténganse también a las instrucciones y, si lo desea, haga otras fotografías más personales a la salida del templo.
Vestuario de los niños
En vez de recurrir a modelos singulares o sofisticación, es más correcto emplear los vestidos tradicionales. En algunas ocasiones, el traje será el mismo que hayan utilizado anteriormente otros familiares, en cuyo caso requerirá ciertos arreglos con la anticipación necesaria. De tener que comprarlo, se encontrará con una amplia oferta en los establecimientos especializados.
Para las niñas existe un traje largo propio solo de esta ceremonia. El modelo más clásico es el de organza, con el cuerpo y la falda (muy fruncida) trabajados en lorzas. El traje se acompaña de un velo de tul sujeto con una capota o una corona de flores. Los zapatos son también blancos.
Los niños tiene varias posibilidades, siendo la mas frecuente el traje “de marinero”: pantalón y casaca blanca con el cuello azul marino. Pueden también, vestir un pantalón claro – beige o arena - , una camisa blanca, corbata y chaqueta azul marino tipo blaizer.
Los invitados han de tener presente que acuden a una ceremonia religiosa, absteniéndose de caer en exageraciones impropias: la primera comunión no es una boda en miniatura.
Aunque cada vez abunden más, están fuera de lugar las lujosas y multitudinarias celebraciones con grandes almuerzos de restaurante. Precisamente por su carácter familiar, las primeras comuniones no requieren invitaciones formales o impresas. Si se es costumbre impedir los llamados recordatorios, que son pequeñas cartulinas con una estampación religiosa alusiva al acontecimiento, bajo la que se graba el nombre del niño y la fecha y el lugar de su primera comunión. Deben imprimirse tantos recordatorios como invitados asistan a la fiesta y algunos más. Es el propio comulgante quien reparte estas tarjetas a la salida de la iglesia o durante la celebración posterior.
¿Regalos?
Es otro aspecto en el que se está tendiendo al exceso. En principio, no es necesario que los invitados a la ceremonia lleven un regalo para el niño. Pueden, por supuesto, hacerlo, y lo cierto es que cada vez se hacen más obsequios y de mayor valor. Existen incluso “listas de regalos” de primera comunión, como si se tratase de un enlace matrimonial. El consejo es que se desista de estas prácticas y se imprima sensatez a la celebración.
Si l e invitan a una primera comunión, pregunte a los padres del comulgante o a él mismo que desea como regalo o bien ofrézcale la elección entre varias posibilidades pensadas previamente por usted. Han de ser objetos de un precio moderado.
Los familiares más próximos pueden unirse para hacer un obsequio colectivo y más costoso, como una bicicleta o una cámara fotográfica.